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Bolonia y Verona

Bueno, la falta de tiempo me impide ser más detallista en la explicación del viaje que mi querida Mentxu y un servidor hicimos por Bolonia y Verona hace unos días.

Ciudades pequeñas, con ese punto íntimo y cercano que te obliga a sentirlas de una manera casi fraternal. El hecho de saber que puedes abarcar una ciudad suele dar esa tranquilidad que permite disfrutarla de verdad.

Bolonia tiene concentrado en su parte central la parte más reconocible por todos: las magníficas torres Asinelli y Garisenda, el ayuntamiento, la basilica de san Petronio, los palacios (Podestá y Enzo son espectaculares), la magnífica Plaza Maggiore que enlaza con la de Neptuno y uno de los «sette segretti» de la ciudad… y esas callecitas propias de los casos cantiguos (ojo, por cierto, Bolonia tiene un casco antiguo de los más considerados, grandes y bien conservados del mundo; ahí es nada).

Como digo, una maravilla de ciudad. En caso de valentía extrema se debe disfrutar también de la subida a la basílica de San Luca. Además, nada de coger el trenecito (no el gayer, Ortigoza, no piense mal); hay que subir a pie por los 666 arcos que conducen a la cima y disfrutar de un enclave fundamental (y en algunos casos desconocido).

Bolonia es conocida por el atentado terrorista que los neofascistas Valerio Fioravanti y Francesca Mambro cometieron el 2 de agosto de 1980 en la estación de ferrocarril (la más importante del norte de Italia). En el atentado murieron 85 personas y unas 200 resultaron heridas. Allí, por cierto, se puede disfrutar de otro de los «segretti». Bolonia ha sido y es una de las ciudades clave en el movimiento obrero y alternativo italiano y europeo. Ha sido lugar de congresos y agitación obrera. Hablando de «segretti»… hay uno espectacular: un canal en medio de la ciudad, bastante escondido; no es nada fácil encontrarlo, se lo aseguro.

Pero a día de hoy, para los profanos en política, Bolonia es sobre todo reconocida por su espectacular pasta y especialmente en los tagliatelle y los tortellini. Y por sus «aperitivos», sí, exacto: uno llega a un bar por la tarde y ìde una cerveza. Se sorprende cuando ve que le cobran 5€ por ella (se sorprende y se caga en todo), pero cuando ves que te puedes hinchar a comer en el bufé que tienen dentro (y que está incluido, obviamente), la cifra te parece aceptable.

Verona, por su parte, a unos 100 kilómetros de Bolonia, tiene el encanto de un centro histórico atractivo y a pocos metros, el Castello Scaligero del siglo XIV, la casa de Julieta, y el anfiteatro romano del siglo II. Se pueden imaginar lo que es el balcón de Julieta y las placitas adyacentes. Verdaderamente, más allá de las moñadas típicas, un lugar extraordinario.

La plaza delle Erbe (antiguo foro romano) es una preciosidad digna de ser visitada y disfrutada en todo su esplendor y toda su extensión. Lo mismo la plaza Brá y el puente de piedra que comunica el centro con la parte más alejada, en la propia colina y que está separada por el río Adigio. Un buen lugar, si señor.

Ya saben, Italia siempre es un triunfo y con los precios de ciertos billetes, es inexplicable no escaparse un fin de semana largo a disfrutar de esta región. No lo lamentarán.

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Bolonia para cerrar el verano

Bueno, pues último viaje del verano. Sí, eso que se acaba el día 21.

La jefa y un servidor nos vamos a Bolonia. A ver qué tal… Tiene pinta de que no será el último viaje por estos parajes, porque los precios de Ryanair son de coña. Él tiene uno ya pillado para ir a la zona por 24€ (aterrizará en Ancona, creo). En fin, Italia siempre llama la atención.

La idea será, en nuestro caso, además de disfrutar de la «ciudad roja», ir a Verona y quizás alguna cosa más. Todo es cuestión de tiempo y organización.

A la vuelta hablamos.

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Fiestas deslucidas

Bueno, el verano sigue su curso y en breve llegan las fiestas de Sanse. ¿Quién me iba a decir a mí que lo que otrora fue epicentro de un verano salvaje y desenfrenado ha menguado hasta el punto de que no sé si me acercaré con Mentxu más veces que a comernos un bocata?

Si además tenemos en cuenta que basura de la ralea del Míkel y Ortigoza (no tengo calificativos suficientemente duros para explicar la envidia que les tengo) están en Zanzíbar, que Fermín está desaparecido entre exámenes y quehaceres familiares, que Rodríguez está en otros lados y que Del Rosal también es pasado madrileño pues la cosa se reduce. Por otro lado, ya no vivo en Sanse, por lo que no se puede uno (no debe) mamar hasta altas horas de la madrugada y pretender coger el coche.

Hombre, imagino que parte de la olivina se pasará por allí para tomarse algo, así que en parte se compensa todo esto.

Pero si uno analiza de puertas hacia dentro, puede que los años pasen y que ya no nos mole tanto quedarnos hasta las mil y que por tanto, las excusas lo enmascaran todo. En fin. Algo haremos, eso por supuesto.

Estocolmo, capital de Escandinavia

Ha sido una semana fantástica. Estocolmo es una ciudad maravillosa. Ese es el resumen.

8 días (7 noches) dan para mucho. No tocas a día por isla (primer punto que hace diferente a esta ciudad): 14 ínsulas forman este archipiélago estocolmense con encantos diversos y sensaciones concentradas.

Para un español allí hay varias cosas que chocan nada más llegar: la ciudad es muy cara (toquemos una medida común como la cerveza: una pinta de rubia ronda las 70 coronas, esto es, casi 8€; o el alojamiento: estuvimos en el albergue más asequible de la zona (de hecho en el barrio de Södermalm, el «barato» más cercano al centro, y nos costó 30€ por barba una habitación con dos literas (sí, Mentxu y un servidor dormimos como si fuéramos mochileros del camino de Santiago))).

Otra cosa que choca y cito a Mentxu es que: «son mucho más guapos y guapas que los españoles». Doy fe. La pléyade de ninfas, de náyades o de valquirias era inacabable. Mujeres altas, rubias, guapas, ojos azules. Y por ende, caballeros (en ellos me fijé menos) de índole semejante. Volviendo a parafrasear a Mentxu —que a su vez parecía estar citando a Goebbels—: «es una raza superior». En fin, más allá de las exageraciones bien entendidas, el pueblo sueco llama la atención también por esto.

El centro de Estocolmo —el barrio viejo— es lo que se conoce como Gamla Stan. Es relativamente pequeño, pero tiene un punto acogedor muy especial. Västerlånggatan y Österlånggatan son las calles principales. Cruzan prácticamente toda la islita hasta tocar con Centrum o City (otra isla). En Gamla Stan sobre todo es reconocido su palacio real (a mí no me apasionó), la catedral anexa, la estatua de San Jorge con el dragón y la preciosa placita central con casitas de colores llamada Stortorget, donde además se puede visitar el Museo Nobel. Como se puede imaginar todo el mundo, por allí pasamos un montón de veces. Incluso cuando nos movíamos en metro (también carísimo; al contratar la Stockholm Card que permite durante unos días ver todos los museos y lugares de interés incluye el transporte, lo que se agradece para moverse sin problemas) veíamos el comienzo del barrio y es que esa parte transcurría por la superficie.

Muy cerquita, una visita impresindible es el ayuntamiento. El Stadshuset es el lugar donde se celebra anualmente la cena de gala (salón azul) de los premiados en los Nobel. Es un edificio impresionante con unas vistas estupendas de la ciudad.

A Mentxu le encantó Östermalm, la isla al noreste de Gamla Stan. Zona compuesta mayoritariamente por gente de clase alta, es la parte más «exclusiva» (lamentable palabra en este contexto) de Estocolmo. Llegué a ver que vendían un Ferrari por 2,5 millones de coronas suecas (echen cuentas). Tiene zonas de largos paseos entre árboles y ciertamente las casas son llamativas, un punto de Viena (pequeño, eso sí) sí que tiene. Y un descubrimiento: el mercado de Saluhallen. A mí se me caía la baba cuando veía esos salmones, esos mariscos, esos pescados… no se lo pierdan.

Personalmente, además del ya citado barrio viejo, Djurgården es la parte que más me gusta. Isla al este completamente de Gamla Stan, destaca por su enorme superficie verde. Casi 300 hectáreas en las que hay un gigantesco museo al aire libre con un zoo ingente y muchas colecciones de casas y cultura sueca en general. Imprescindible. Skansen, que así se llama esa parte, es tan enorme que ni en un par de días se apreciarían todos los detalles de que está compuesto. Y ojito al brutal Museo-Aquarium que tiene dentro: disfruté como un enano entre serpientes, tarántulas, anguilas, tiburones, cocodrilos, osos… de todo. Vimos a un reno que se parecía al Mati, a unos zorros rojos, lobos grises… de todo.

Además del brutal Skansen, probablemente, lo más curioso de la Suecia de los últimos años es esa exposición que tienen sobre el Vasa. Fue un navío de guerra sueco construido por órdenes del rey Gustavo II Adolfo de Suecia, de la casa de Vasa entre 1626 y 1628. El Vasa naufragó en su viaje inaugural en 1628 en el puerto de Estocolmo. El barco fue rescatado el 24 de abril de 1961 y se encuentra expuesto en el espectacular Vasamuseet. El buque estaba armado de 64 cañones colocados en tres puentes: el superior, batería alta y batería baja. El Vasa desplazaba más de 1.300 toneladas. La superficie velera era de 1.150 m². Todas las piezas eran de bronce y un peso total de unas 80 toneladas. Se calcula la dotación del Vasa en ciento treinta marineros y trescientos soldados.

El Míkel ya me había hablado de él, pero hay que verlo para creerlo. Completamente restaurado, es un lugar para pasar una buena mañana. Cientos de detalles conforman un barco que es imposible que no llame la atención del visitante. Tremendo.

Otro punto interesante de esta isla podría ser el Nordiska Museet, museo dedicado a la historia del pueblo sueco y su cultura desde finales de la Edad media hasta el tiempo contemporáneo. Las exposiciones presentan distintos aspectos de la vida en Suecia según los tiempos, y en los distintos estratos sociales. No muy lejos de allí, el Waldermasudde o palacio del príncipe Eugenio. En fín, para mí, lo mejor el paseo hasta allí y las vistas del mar y de la isla de enfrente. Porque esa es otra: en Estocolmo siempre estás viendo mar y otras islas.

El hostalillo (no estaba mal, las cosas como son) se llamaba Zinkesdamm y cumplía perfectamente con la higiene básica, pero está claro que no es el Palace. Estaba, como decía antes, en Södermalm. En el barrio hay montones de tiendas singulares, interesantes o modernas que ofrecen moda, diseño, decoración, clásicos y curiosidades. Por lo general, la oferta de Söder es más a la moda, joven y más bohemia que en la City. La calle Gotgatan es una maravilla para pasear y disfrutar de un ambiente agradable de personas heterogéneas.

Otro punto a visitar: El palacio de Drottningholm. Uno de los palacios reales de Suecia, residencia de la familia real. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de acuerdo a la Unesco. Está en la isla de Lovon, algo alejado del centro y se puede ir en transporte público combinando metro y bus o en un barco. No es, por tanto, tan accesible como otros lugares, pero es de obligada visita. Tiene un aire exagerado al palacio de Versailles. Ese mismo tipo de construcción, esos ingentes jardines a sus espaldas y un aura principesco que lo rodea.

Y un detalle adorable: uno de los teatros del siglo XVIII mejor conservados de Europa. Una atracción única con sus decorados originales, maquinaria teatral de 200 años de edad y decoración interior prácticamente intacta por el paso del tiempo.

Si además, uno va varios días, como fue nuestro caso, debería intentar acercarse a Uppsala. A menos de 100 kilómetros de Estocolmo, se puede visitar la ciudad con la universidad más antigua de Suecia, con unas impresionantes piedras rúnicas —muy apreciadas por la zona—, una enorme catedral, un castillo particular (de color rosa) y un jardín botánico perfecto para perderse unas horas entre vegetaciones y sombras. Porque sí, Estocolmo es un lugar que en verano da días de verdadero calor. Bastante calor.

Y también lugares para comer, claro está: ojo al dato: un brunchbuffé en un lugar llamado String, para los fines de semana, por 8€ (baratísimo) en que te pones como un cerdo de buena comida (y como no es lo más turístico, casi todo el que va es sueco). Además, un vegetariano que Mentxu quería probar a toca costa: Herman´s, también barato (100 coronas por un buffé) en que disfrutas de unas vistas espectaculares y donde como te encante el hummus puedes acabar incendiándote la ropa interior (más brutal que la fabada). Y la noche que se nos fue la pinza fuimos a Kryp In. Situado en una calle paralela a la plaza principal, cenamos por el módico precio de 100€ (de locos) un entrante para ambos, un plato para cada uno (atún para ella y roast beef para él) y un postre también compartido. Buenísimo, como no podía ser de otra manera, pero el precio es exagerado.

Aprovechamos la última mañana por Estocolmo para pasear durante varias horas seguidas y hacer una especie de resumen mental del lugar que dejábamos atrás. La curiosidad fue incluso que nos cruzamos con Zlatan Ibrahimovic. Vamos, hasta el punto de que nos miró. El tío entraba en su hotel. Qué cosas.

Poco más. De verdad, les recomiendo Estocolmo. Hay un punto de desconocimiento acerca de esta ciudad y debiera ser subsanado. Si disponen de un fin de semana largo, no lo duden. No se arrepentirán.

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Haciendo cosas

Bueno, pues volvimos de la France. Fue un gran viaje. Desconexión, vino, quesos… en fin, ya se sabe.

A la vuelta nos esperaba el cumple de Mentxu: copazo tras copazo… en fin ya se sabe.

Lo pasamos bien. Además de los amigos de Mentxu (Fermín salió baldao a copas (no Espáriz, sino el otro Fermín)), allí se juntaron Cilli, el cerdo Ortigoza y el ya mencionado Fermín, digo…  Espáriz.

Creo que la señorita del cumpleaños acabó bastante satisfecha. Eso es lo importante.

Comida familiar al día siguiente y una en el teatro: Maldito Naranjito. Muy recomendable. Nos estuvimos riendo durante hora y media. Mereció la pena. Los años 80… cómo olvidarlos.

Después cena en la Taquería del Alamillo. Joder, difícil diseñar un fin de semana mejor.

Volvemos a la rutina y a esperar agosto. A rezar por que el despreciable Andy Schleck no se lleve el Tour y a ver cómo arranca la pretemporada. Bueno… y el sábado carrera en El Escorial. Infierno es poco. Con una preparación casi nula nos enfrentaremos a una subida del carajo. Mejor volver a la cama a dormir…

 

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Hasta arriba

Están siendo jornadas de un día a día frenético. Curso matutino (loa inacabable a esa gente que forma Cálamo y Cran) de corrección (la formación y el reciclaje son necesarios para no bajar la guardia), varias horas de transporte público aprovechados para oportetear, tarde garitera y noche para seguir oporteteando. Vamos, ni un minuto libre. Pero se confirma eso de que sarna con gusto…

Por lo demás, la cosa va bien, no nos podemos quejar. La web está en camino de ser cambiada in brevis (loa para el fotógrafo Espáriz), estoy con varios proyectos a la vez (no hay nada como la organización: ayer domingo más de 10 horas de curro) y hay pendientes varios asuntos jugosos. Por ahí todo bien.

Además, el viernes, previo paso por el Padrao, nos vamos al sur de la Gran Bretaña a conocer Bristol, Plymouth, Bath, Cornualles, etc. Viaje con los colegas, o sea que la cosa no puede sonar mejor.


Si a todo esto se le añade una mudanza por pasos que estoy haciendo con la señorita Mentxu, el tiempo libre se reduce a la mínima expresión. Hasta el punto de que me está costando de verdad encontrar tiempo para correr. Hay que seguir con el deporte, ya se sabe.

En fin, digamos que hasta arriba, pero contento de verdad. Viendo ahora la decadencia laboral general, las situaciones particulares de allegados como Ortigoza, un grande encerrado en un averno rebosante de mezquindad, y mierdas por el estilo, debo sentirme un afortunado.

Desde aquí animarnos a todos, a los que quieren cambiar su situación y a los que quieren conservar la que tienen. Nos lo merecemos, coño. La generación más y mejor preparada y la que más problemas tiene. Inconcebible.

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Fotos Alcobendas

Bueno, había quedado pendiente hace unas fechas y el bueno de Dani, ese galgo, ese veloz atleta, ese podenco de menos de 50 en los 10 nos manda las instantáneas de aquel día.

Las pongo con el ánimo de que nos inspire para la próxima carrera en Boadilla para la que cada vez queda menos. Entrenen, amigos corredores, que se acerca una nueva prueba.

Para ir trabajando las piernas, el próximo jueves los buenos Barra, Ortigoza y un servido además del acólito fotógrafo Espáriz (sólo para la parte de la cerveza de después) aparecerán por las duras rampas de la dehesa dispuestos a sacar lo mejor de ellos mismos y correr 2 vueltas a toda pastilla.

Por cierto, lo que hay que ir pensando ya es el sitio en el que vamos a celebrar la nueva hazaña el próximo 5 de junio.

En fin, poco más. Hay que reconocer que no está nada mal lo de correr esos 10 kilómetros, pero ahora llega el momento de que dejemos atrás las carreras «de papás y mamás» (Míkel dixit) y nos metamos en la cabeza lo de hacer una media. Sinceramente pienso que vamos a morir. Pero bueno, en Benidorm puede que sea menos doloroso.

Por cierto, a ver si son capaces de encontrar a Wally Ortigoza.

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Atletismo gastronómico (un año después)

Fue nuevamente un gran día de deporte y gastronomía. Esa es la verdad.

Carrera de Alcobendas (se cumplía un año desde el inicio de esta aventura por la locura del atletismo) y amigos participantes. Ortigoza —para variar— se salió. Quedó entre los 30 primeros y, pese a una bronquitis que le impidió sacar lo mejor de sí mismo, vuelve por sus fueros… recupera poco a poco sensaciones y rondó los 37 minutos con una elegancia y una suficiencia francamente admirables. Un crack el caballero Ortigoza.

A otro nivel, pero igual de contentos acabaron el resto. El Sr. Novoa es un excelso rodador, ya veterano en esto de hacer deporte, poco corrompido por el bebercio y constante en lo que se propone: de ahí haber bajado por unos segundos de la simbólica marca de los 50 minutos. 49:57 contemplan una media de 5 minutos el kilómetro, digno de cualquier experimentado corredor. Muy grande, Dani. Un ritmo constante en una prueba complicada, con prácticamente la mitad del recorrido en subida y con momentos verdaderamente duros.

Un servidor también hizo su mejor tiempo: 51:15. La idea era ir con Dani los primeros kilómetros y así se consiguió, pero al empezar la subida de la Chopera el bueno del currante santanderino impuso una marcheta imposible de seguir. Lo inteligente fue regular y llegar a la meta en unas condiciones aceptables y tras un último kilómetro digno de Emil Zatopek.

El Sr. Barra terminó la prueba en 57:30, con lo que también mejoraba su tiempo respecto al año pasado. Fue el único que acabó algo contrariado. Le consumía la sensación de haber podido mejorar algo el resultado final. Dice que durante la carrera se paró un par de veces (sólo unos segundos) para descansar, tocarse y recolocarse la huevada y reiniciar las últimas ascensiones, así como la bajada definitiva. Por mucho que lo niegue su lamentable espectáculo de verdad fue el protagonizado durante la comida donde nuevamente estuvo muy lejos de poder dar la talla.

La Srta. García, loa para ella por haberse dignado a correr junto a unos cerdos de nuestra ralea, terminó la carrera en 1:01:30 con lo que mejoraba su tiempo en 2 minutos. Era sólo su segunda intentona en los 10.000 y podemos afirmar que está muy cerca de bajar de la hora en próximas ediciones. Mantuvo un ritmo constante y no desfalleció en ningún momento demostrando que cuando quiere algo lo consigue.

El instigador cocidil (por una vez no hablamos de bebida) fue el Sr. Espáriz, más conocido por «¡Uy! ¿Levantarme a las 12 para ver a estos cerdos? ¡Qué cojones!», que nos conminó a ingerir un tradicional plato de la tierra y… bien bueno que estaba. Como apuntaba antes la única nota negativa fue el lamentable espectáculo ofrecido por el supuesto agradecido comensal Barra, que con cuatro garbanzos y un trocito de chorizo dijo basta y el Sr. Ortigoza, que se ausentó de la mesa en varias ocasiones, lo que ocasionó algún comentario vejatorio por parte del otrora tragadalbas. Por lo demás, excelente comilona y posterior sobremesa con unas copitas, unas canastas del Panathinaikos, un sprint en Italia y un partido de tenis extraordinario. Gran día.

La siguiente será en Boadilla: el madrugón será de órdago, pero esperamos que merezca la pena seguir con esta aventura del atletismo gastronómico.

Sábado Sabadete

Se acerca el sábado. Sensación agridulce. 31 años. Joder, 31 años.

El otro día vino a la garita un abuelete majete y hablábamos de temas recurrentes como el paso del tiempo. En un momento dado dijo una frase de esas socarronas, pero que me hizo gracia: «No te equivoques: el tiempo se queda, somos nosotros los que nos vamos». Ese punto cómico, ese otro trascendental y ese otro naturalista aromatizan el contenido de tan rotunda oración.

En fin, son 31 años, sí, pero vaya fiesta nos espera en el Padrao. Sólo parece que faltará Rodríguez, pero si todo se confirmase por allí aparecía el serdo canario con su señora, el Perrete con la suya, Fermín, el Míkel, Auro & Rubén, Cilli & Ortigoza, la Mentxu, por supuesto y seguro que algún agregado más. El mejor ejemplo de que puede ser un gran día es que pensamos ir en transporte público.

Viendo a los presentes uno sintetiza perfectamente la realidad sociolaboral de este país en un declive tan peliagudo: tenemos funcionarios, estudiantes, parados, un burgués amante del bebercio, un par de periodistas cojonudos, una extraordinaria superviviente, un cerdo mayúsculo (bueno, más de uno)… de todo un poco, pero unidos por esos lazos de verdad rígidos: la amis..¡perdón! Quería decir: el alcohol.

Será una buena ocasión de reencontrarse con muchos y con muchas. Quizás llueva. Paradigmático.

Gracioso

Hay trabajos que no se tienen en cuenta. Es lógico. Yo nunca había reparado especialmente en ello.

Cuando uno coge un glosario de personajes, de nombres propios, de fechas… comprueba que es tremendamente útil poder acceder, por ejemplo, en una obra de 2000 páginas a un dato concreto tirando de ahí.

Ahora estoy en el otro lado de la función. Soy el típico chino, vietnamita, pakistaní o natal de Gran Canarias que tiene que estar ojeando cada página en busca de nombres propios para ordenarlos en un glosario.

Y me dirán ustedes. ¿No será más fácil hacer una búsqueda con una herramienta existente para tal uso? Claro, si el autor, en su infinita bondad, hubiera tenido para bien llamar siempre a Alejandro Magno —por ejemplo— como tal y no Alejandro, Magno, el Magno, el macedonio, Alejandro III, padre de Filipo, conquistador del imperio Aqueménida, etc.

El mejor símil que se me ocurre es que estoy reconstruyendo un puzzle de unas cien mil piezas. Y tengo ganas de matar a alguien. Parece lógico.

Ayer pude haber quedado con la mirífica Mentxu, pude haber ido al Padrao con varios cerdos, pude haber dado una vuelta —joder, era sábado— y no, qué va. Ayer pringué cerca de 12 horas. Y ojo, al dato, llevo más o menos un 5% del total. Es cierto que era una parte especialmente ardua, pero el porcentaje no engaña. Te cagas, hermano, la que me espera. Qué gracioso el Gracianito. Gracia de Dios, sin duda. De esta salgo canónigo mínimo.

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