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Archive for diciembre 2008

2008-2009

Estimados amigos:

Gripe (o lo que sea que me está fastidiando) mediante, aprovecho este cutre-lugar para desearles lo mejor en este nuevo año que en breve va a comenzar.

Y como no me apetece ni un ápice escribir, nada más.

A ver si el año que viene se porta mejor en algunas cosas y al menos igual de bien en otras. Porque aunque la crisis nos azota y nos da ganas de plantearnos seriamente matar, quedémonos con algo que nos hizo felices a todos.

Feliz año!!!

Clint: talento inacabable

Con las prisas de la época y el poco tiempo que permite el trabajo para escribir la típica tontería de estas fechas, olvidaba decirles que fui a ver hace unos días el nuevo y espectacular trabajo de Clint Eastwood: El intercambio.

No soy objetivo, es cierto. Pero es que el arte no lo es. ¿O sí? Interesante. Clint es el enviado celestial por el altísimo para asuntos cinematográficos. Qué carallo!! Está a la altura del mejor Capra, Ford, Huston, Wilder, Lubitsch, Cukor o los más recientes Coppola, Spielberg…

Ya no sólo es que haya tocado temáticas variopintas en sus últimas cintas. Es que siempre lo hace con una altísima calidad. Un Western antológico: Sin Perdón, una película moralmente extrema: Million Dolar Baby, históricas: Banderas de nuestros padres, dramas: Mystic River y otras que pueden ser algo menos «académicas», pero que hacen que pases un buen rato pensando: Ejecución inminente, Space cowboys, Poder absoluto, Deuda de sangre

El intercambio vuelve a enlazar una historia terrible (no desvelo nada por si no la han visto), pero real, una época difícil (años 20, Hoover, policía corrupta y sin control, Coolidge, Gran Depresión…) y un elenco de actores muy importante. Sobre todo, Angelina Jolie. Extraordinaria actuación de una chica que yo no esperaba jamás alabar de esta manera.

Más de 2 horas de una película entretenida, profunda y como siempre, empapada de esa dosis de arrollador magnetismo propio de Clint que provoca que uno se quede pensando tiempo después y no pueda hacer otra cosa que investigar sobre lo que nos cuenta en el film.

Y por más que hay que alabar los planos, ciertos diálogos, frases lapidarias y tanta grandilocuencia y sobriedad… no olvidemos la música. He leído a ciertas personas decir que nos ha gustado…

¿El arte es objetivo? Sí, y también la palurdez visual y auditiva.

Ya lo dijo aquél: no se hizo la miel para la boca del asno.

Nada y menos

Hoy es posiblemente el día más absurdo para venir a currar de la historia. No me refiero al típico día en que uno se toca a base de bien la huevada por diversas circunstancias, si no a que objetivamente no hay nada que hacer.

Aquí todos con cara de sueño, mirándonos el rostro carcomido por la necesidad de volverse a la cama. Es patético. ¿Qué cojones hacemos aquí?

Imagino que si el Sr. Barra está en su oficina, estará leyendo hasta la última coma de cualquier diario digital que se precie. Todo si directamente no ha optado por apagar la pantalla de su ordenador y tumbarse sobre su mesa a soñar con ese viaje a Estocolmo y al Círculo Polar.

Quiero pensar que Rodríguez, sin ningún tipo de complejo, se habrá llevado a su lugar de empleo cotidiano la PSP para meterle más de un gol al absurdo día que exige currar un viernes 26 de diciembre.

¿Los demás? Pues pura intuición. Espáriz, una vez operado y de baja, quizás opte por dormir hasta que las inevitables curas le despierten del placer del descanso.

Sánchez Zurita, si se ha recuperado de la intoxicación de la que fue objeto por ingerir 2 pintas en el prometedor Dublineses (habrá que seguir visitando este pub) junto a un kebap otomano y que le impidió asistir a su ineludible cita con la misa del gallo, tal vez esté rumbo a su País Vasco en que tan a gusto se siente últimamente.

Del Rosal… no tengo ni idea. El muy ´serdo´está desaparecido en su ínsula barataria y cualquiera sabe. ¿Durmiendo? ¿Consoleando? ¿Estudiando? Infiero que un poco de todo.

En fin, voy a pensar en la hora de salida. Y de paso a ver si hago algo.

Feliz Navidad, basuros.

Gordo, gordo

Es cierto que quedan un par de meses y habrá tiempo para apuestas, piques y miedos variopintos, pero no podemos ya dejar de mirar a ese Real Madrid-Liverpool de los octavos de final de la champions.

Sobre el papel y a 2 meses de la ida del Bernabéu, el equipo del gran (y grande) Rafa Benítez es el favorito. Es el líder (a la espera de lo que haga el Chelsea) de la liga inglesa y en los últimos años en Europa ha dado la talla.

Hay cosas curiosas: Rafa que salió de la cantera madridista se ha convertido en el entrenador más querido y respetado de Anfield desde Bill Shankly. Juande, madrileño que tuvo que ir fuera, incluido territorio británico para tener una oportunidad con el mejor club del siglo XX.

Fernando Torres es el baluarte de los Reds, y se le da especialmente mal el Bernabéu. Nunca ha marcado allí en partido oficial. Enfrente tendrá a Casillas, posiblemente los dos principales protagonistas de España en su victoria en la Eurocopa.

Ellos tienen a Torres y nosotros… a ¡Dudek! Sí, que no se olvide nadie. Su última Champions, la más alocada en lustros, la ganó este polaco errante.

Sólo recuerdo históricamente un partido entre ambos: la final de la Copa de Europa del 81 en París, con aquel gol de Kennedy y el fallo de Camacho…el Madrid de los García. Con el actual seleccionador por allí pululando en el centro del campo.

Hoy, día del gordo de Navidad, ya ponemos la primera nota de lo que serán 2 meses de provocaciones continuas, de apuestas cruzadas y de sensaciones inenarrables.

Porque todos lo saben: si gana el Liverpool, me caerá la del pulpo por parte del inefable Barra. Pero como gane el Madrid, no habrá rincón del mundo en que pueda esconderse el arrogante susodicho. Bueno, él y Rodríguez, otro cabrón antimadridista que le da un 0% de posibilidades a los de Oneday en la eliminatoria.

Seguiremos informando…

P.D. Nada, a falta de innecesaria confirmación, otro año que no olemos un duro en el sorteo de Navidad. Qué le vamos a hacer.

Fagocitación

Tenemos un mundo que apesta. La famosa crisis parece que viene con regalos extra.

El tal Madoff, un insigne magnate, una referencia del capitalismo reinante ha robado más dinero del que podamos imaginar. Y…ya está en la calle. Provisionalmente y bla bla bla… todos sabemos que si va a la cárcel irá por poco tiempo. Burocracias y abogados mediantes acabará disfrutando de una libertad injustificada a todas luces.

De todas formas la reflexión económica del día que me hago no va por ahí. Si se fijan, parece que hay una mínima justicia. Cuasi poética.

La gente que se ha visto estafada es la que más tiene. La que se ha podido permitir el invertir cantidades astronómicas con una rentabilidad enorme, independientemente de la situación del mercado y de la falta de coherencia y de lógica en las operaciones.

Este grupúsculo de elementos, cuya forma de actuación se basa en la avaricia ha tomado de su propia medicina. El efecto San Mateo ha decidido se les ha vuelto en su contra. Si lo piensan, casi parece un axioma divino. Si uno contraviene el octavo mandamiento permanentemente y fija su residencia en uno (o varios) de los pecados capitales, acaba por sucederle esto.

Hay un anuncio – creo que de Endesa – que se pregunta algo así como si hay algo más emocionante que volver a inventarlo todo. A colación de esta falacia, el gran Enric González escribió un artículo comentando cuán profunda debía ser la cacareada crisis para que este tipo de empresas publicitasen esta falaz declaración de intenciones. Cierto.

Más de una vez nombro a Hobbes y a su hombre-lobo y otras tantas a la necesidad de comenzar de cero. De un apocalipsis bíblico para que tengamos otra oportunidad. Quizás… de volver a estropearlo todo.

¿Visión excesivamente negativa de todo? Posiblemente. Pero es que hay pocas razones para pensar bien.

Yo soy de los que se apunta a la frase de Groucho: «Paren el mundo, que yo me bajo».

Tiempo de Navidad

Pero… ha llegado el frío. No olvidéis los descansos…

Salía el sábado del máster con la lluvia como acompañante impenitente y pensaba en que nuevamente se nos viene la navidad.

Redundé en la sensación después de la derrota blanca en Cataluña, mientras iba con mi buen amigo madridista Del Rosal hacia el centro, rodeado por esas luces indicativas de la época.

Esa doble estampa que la navidad crea, o sea, alegría y nostalgia se ve tremendamente mediatizada, este año, por la crisis que nos hemos dejado provocar. Incertidumbres varias, sueños claros y miedos grises por lo que toca estar más despierto que nunca.

No sé muy bien qué nos rodeara y que nos completará en la próxima navidad, pero miremos mejor a ésta y saquémosle todo el jugo.

Y disfrutemos de los momentos. En estos últimós días he asistido a una nueva muestra de cutrez vergonzante y patética de ese engendro mantequilloso y analfabeto que podríamos reconocer nominalmente como Estasiano García, he aprendido con ejemplos nítidos lo que es un borderline (E.García responde perfectamente al prototipo, por cierto), he hecho cálculos para los futuros viajes, sigo dándole vueltas a la editorial online y a futuros proyectos colaterales…

En fin, antes de acabar el año, quedan todavía muchas cosas que hacer: cenas de empresa, gofres con sonrisas, copas con amigos, familia y más familia y sobre todo una cosa…para el que no lo sepa: el Míkel cena en mi casa en nochevieja. Digno de grabarse sería, pero no se preocupen: la crónica será de las que marcan época.

Míkel, no sé yo si con estas pintas nos dejarán comer mis padres, en la misma mesa que ellos. Me da que al final cenamos yú y yo solos con Martes y 13 de fondo.

El quid de la cuestión

No es que el viaje haya sido lo de menos. Faltaría plus.

Si no conocen la zona de La Rioja, cometen un pecado. Desde un buen pintxo en Logroño, en una de esas calles creadas para ser atestadas de sonrisas y despreocupaciones, hasta un paseo por las nubes de Nuestra Sra. de Valvanera. Desde una foto en Suso hasta una historia en Yuso. O desde las ruinas (me da que no todas romanas) de Calahorra hasta el mercado medieval de Santo Domingo de la Calzada.

En un viaje de éstos, además de la inmensa atracción que supone el descubrir parajes nuevos, sensaciones diferentes y prismas no imaginados, lo esencial es desconectar. Generar un microcosmos hermético en el que las fisuras no existan.

En este tipo de viajes el despertador es un amigo, la noche brilla con luz propia y el día nos espera para inocularnos alegría.

Si cumplimos todas estas premisas, tenemos una buena parte del trabajo hecho.

Pero queda un apartado esencial: el quién.

Viajar implica, salvo casos excepcionales, hacerlo en compañía de otras personas. Que no siempre aciertan a entender el valor de tus necesidades y de tus inquietudes.

En este viaje que recién termina y del que, tal vez, pase a mostrarles en el futuro alguna que otra fotografía, lo de más ha sido el maravilloso ser que viajaba junto a mí.

No tengo espacio para enumerar la ingente cantidad de virtudes que la rodean.

Simplemente le puedo dar eterno agradecimiento.

Los dos sabemos por qué.

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Desconexión necesaria

Se suceden historias con un principio idéntico, una trama similar y un final trágico, incomprensible a todas luces.

Cada vez que una mujer, una hija, una nieta, un sobrino, un marido o un padre aparece llorando, porque los execrables asesinos de siempre se cruzan, sin ningún argumento, en la vida de uno de los suyos me embarga una horrorosa sensación de ´deja vu´.

El resto deja de tener sentido. Los valientes salvapatrias han vuelto a actuar.

En términos que ya no son trascendentales, podríamos hablar de la nueva muestra de excrecencia del estasiano. Ese ridículo especimen que roba en una empresa y que acaba de escribir otro capítulo, para que sigamos pensando que es una mezcla entre imbécil, ignorante, incompetente, ladrón y anormal. En días venideros, cuando el tiempo vuelva a aparecer por mi calendario le dedicaremos un gran post navideño.

Más allá de lo dramático y de lo cómico (por el chiste que representa el estasiano), la ilusión se viene. Tiene olor a buen vino y a desconexión total de la ingente cantidad de preocupaciones que nos rodea. Excelsa compañía y un buen número de horas para descubrir una zona olvidada.

A la vuelta, pequeño resumen.

La vergüenza tenía un límite

Nuestra constitución pasa por una onomástica especial en breve. Curioso aquello de retener fechas en la cabeza. Soy de esos que no olvidará jamás dónde estaba aquella tarde en que Matías Prats narraba en directo los atentados de Nueva York. Ni esa llamada con Espáriz antes de un partido de champions, minutos después.

No creo que la sensación de inseguridad que vivimos tras las bombas del 11-M emigre a otros estados menos dramáticos de nuestra memoria. Así somos. Recordamos. Reminiscencias punzantes.

Con todo y eso, los puntos de vista son divergentes. Por leyes físicas, matemáticas o casi químicas no es lo mismo estar en el epicentro que estar al final de una arista. Por aquello de la distancia de frenado, tal vez.

La política. Formada por políticos. Esa clase particular. Esa raza a la que desprecio cordialmente. A la que aprecio mezquinamente.

Esa en la que se permite que un despreciable subgénero le tire los trastos a la cabeza a otra por escapar de un tiroteo como pudo. Esperanza no me gusta. Es sabido. Pero el tal José Blanco menos. La palabra miserable se torna en vergüenza al escuchar sus sandeces.

Vaya prenda. Como para dejar en manos de este tío alguna negociación importante. Cuando la bajeza moral se apodera hasta ese extremo de la tragicomedia política de la nación en que un día gobernó Emilio Castelar es mejor vestirse de luto.

Negro sobre blanco.