7 años después
Tanto tiempo esperando, tantos fracasos acumulados, tantos palos que duelen y palas que entierran… pero por fin pasamos una ronda en Champions.
Siempre lo cuento, pero recuerden que no eliminábamos a un equipo desde el día antes del 11 de marzo de infausto recuerdo. 7 años y pico. Juventus, Arsenal, Bayern, Roma, Liverpool y Lyon. En fin, siempre recordaremos nuestro particular sextete.
Lo importante es que por fin se haya conseguido. El Madrid en cuartos tras derrotar al Lyon. El resultado lo deja claro. Al final ni siquiera se sufrió. Sí, pero. El Madrid no jugó especialmente bien y planeó la sensación de que este juego ante un equipo más rocoso sería insuficiente. Solvencia, dice Ortigoza. Espejismo, dice Del Rosal. En fin, la cuestión es que mañana hay sorteo y dependiendo lo que salga estaremos o no contentos. Ese es un síntoma de que no las tenemos todas con nosotros. Y el sábado el derbi… huele a que esta vez por fin el Atleti puede llevarse su alegría. Ya veremos.
La celebración fue la acordada previamente. Un buen Padrao, uno de esos de copa llena, bukkake en toda regla y risas hasta la hora del gallo. Siendo, además, ya San Patricio buscamos celebrarlo con una última pinta, pero ninguno de los intentos fue fructífero. Otra vez será.
Puede que hoy estemos algo más cansados y con sueño atrasado, pero bueno, han sido 7 años. 7 años. Nada menos que 7 años y ya tocaba pasar esa maldita ronda.
El bueno, el feo y el malo
Comenzaban los cruces de la Champions y tocaba hacer zapping para ver los dos partidos de hoy (lamentable formato de octavos): Valencia-Schalke 04 y Milán-Tottenham. Cualquiera que haya escuchado mis pronósticos habrá comprobado que he acertado.
Por un lado la cosa se le complica al Valencia, equipo de medio pelo donde los haya ante un Schalke con poco más que orden y el máximo goleador en competiciones europeas (y de la Champions League-Copa de Europa) en sus filas. Además, el Milán demuestra que es un equipo viciado, sin fútbol, con poco más que lastre en el centro del campo y con el jugador más sucio desde Vinnie Jones. El Tottenham —equipo que me encanta— supo aguantar y sin esa maravilla llamada Bale aguar la fiesta de los italianinis.
Queda la vuelta y los resultados son tan ajustados que habrá que esperar para sacar conclusiones y convertir en definitivo lo que hasta ahora es sólo orientativo. Pero esta noche deja 3 grandes conclusiones si a nombres propios nos ceñimos.
1) El bueno: el que nunca hace nada. Bla, bla, bla, gol, bla, bla, gol, bla, bla, gol, gol, gol, bla, bla, gol… Acabo de definir la carrera de Raúl con sólo monosílabos. Merezco algún premio. Sólo un tipo de ese nivel competitivo mayúsculo, de esa fe inquebrantable es capaz de seguir superándose con 33 años para 34, en un equipo bastante limitado y cumpliendo, en definitiva, su único objetivo marcado a principios de temporada (batir el récord de goles en Europa). Porque, una vez lo apuntó Ortigoza, seamos conscientes de que cuando el Schalke caiga eliminado de la Champions, la competición se quedará para siempre sin su mayor embajador de la historia. Decir Raúl es decir fútbol. Decir superación. Levantarse del asiento y aplaudir. Porque es único y porque, yo no sé ustedes, pero cuando ha marcado se me ha iluminado una sonrisa con una mezcla nostálgica de melancolía. Se acaban los adjetivos. Mejor dicho se acabaron. Raúl, gracias.
2) El feo: lo peor que tienen los pendencieros, por definición, es esa propensión a la riña permanente, a la pelea como modus vivendi. Gattuso no pertenece a esa estirpe, hace años (desde que supo manejar la taladradora de su papá —5 añitos tendría—) que la dejó. Gattuso forma parte —con todo merecimiento— de la banda de matarifes despreciables y malsanos que se han ido haciendo hueco en la historia de este bello deporte. Sin ninguna habilidad salvo el cuerpo a cuerpo, con esa pinta de portero de discoteca de inacabable vacío cerebral, incomprensiblemente, el barbitas de mirada penetrante ha recibido históricamente los halagos que merecen ciertos genios futboleros, en vez del reproche, el desprecio y el ostracismo que tanto se ha ganado con sus infames acciones. Con una balumba de supuestas virtudes hay gente que le sigue idolatrando —no miro a nadie—. El partido de Gattuso de esta noche es una de las mayores desgracias que jamás he tenido que contemplar: provocando continuamente, pegándose con todos y agrediendo incluso al segundo entrenador inglés. Desearle todo lo peor a ese matachín sería lo fácil. Yo le metía en una celda con Berlusconi y arrojaba al cocodrilo de Gil para que se pusiera las botas. De verdad, Gattuso, muérete ya.
3) El malo: lo malo del TDT, el Imagenio y todas estas historias es que muchas veces tienes que tragarte al comentarista de la tele (generalmente mediocres) y no disfrutar a los radiofónicos (habitualmente menos mediocres). Hoy ha sido así. Escuchar una narración de Sergio Sauca —dudo que alguien tenga ese nivel de compromiso con la ciencia de lo desconocido— o una parte es más duro que intentar medírsela a los negros del Congo (a veces hay que tirar de clásicos cinematográficos). Sauca es la nulidad más absoluta que recuerdo. Arrítmico, falto (y mariquita), lento, paradigma del embrollo dialéctico, camión de obviedades y exageración permanente, Sergio Sauca es a la narración futbolística lo que Arévalo a la literatura: pequeño, pero matón. Este tío acaba con la más elemental forma de entender una sucesión de acontecimientos. De verdad, su última impagable contribución del partido (al menos para mí) se ha producido en el descuento. Un balón que le cae a Raúl, la mete al hueco a la entrada de Hao (número 8 de los alemanes) y el remate de éste lo desvía Guaita. Textual (o casi): «Eh, eh, eh, Raúl, Raúl, pasa, cae para eh, eh, eh, esto, el japonés (¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!), perdón, para el chino (¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!), paró el portero». Por no saber no sabía ni la nacionalidad ni el nombre del delantero. Todo combinado con una caterva de interjecciones y un puntito de ritmo desigual dio como resultado un mejunje perfecto para cortar cualquier tipo de estreñimiento. Sauca, dedícate a la danza palmera de los enanos y desaparece, majo.
Viva la Champions.
Penoso
A mí me ha parecido deplorable. Lamentable. Impropio. Y bastante inaceptable.
Sí, ya sé que lo importante es que cuando llegue el mes de marzo, el Madrid se asegure que dos de sus piezas defensivas se aseguren (salvo expulsión) el partido de vuelta. Pero no merece la pena. De verdad.
No digo que provocar la tarjeta no sea algo que se hace desde hace siglos y que se seguirá haciendo. Pero lo de provocar tu expulsión… no recuerdo haberlo visto muchas veces.
Hablamos de imagen y eso cuesta mucho ganarla y poco perderla. De hecho, en las declaraciones a Silvia Barba, me ha dado la impresión de que hasta Mourinho se avergonzaba en cierta forma. Él, con lo chulo y arrogante que es, intentaba echar balones fuera, pero no lo conseguía. Tenía el semblante marcado por esta «chapucilla» que todo el mundo valorará negativamente.Como dice Paco González: «Mal en el fondo y peor en la forma».
Mourinho y Chendo hablando del tema de las tarjetas. Luego Mourinho y Karanka. Finalmente Mourinho habla con Dudek y éste se va hasta la portería para transmitir su orden al capitán. Casillas se lo dice a Ramos y todo el vodevil montado.
No sé qué hará la Uefa, pero a uno le entra hasta miedo de que pueda tomar cartas en el asunto. Todavía recuerdo la que le liaron a Raúl cuando marcó con la mano al Leeds. En fin, un pelín abochornados por esos 3 minutos en que Xabi Alonso y Sergio Ramos (siguiendo órdenes) han escupido sobre nuestra historia, sí que deberíamos estar. Joder, es que estoy hasta de acuerdo con el despreciable Julián Ruiz.
Me molesta, especialmente, si pensamos que el Madrid ha jugado un gran partido ante una referencia del fútbol como el Ajax, que aunque venido a menos, siempre tiene un nombre imponente. 0-4 y una autoridad apabullante. Recordaba mientras lo veía que hace unos 15 años (en la primera Champions League que recuerdo seguirle al Madrid) en la primera fase de un grupo en el que también nos tocó el Ferencvaros y el Grasshoppers, el Ajax nos barrió como no recuerdo igual (probablemente parecido al 2-6 del Barça) y ganó 0-2. Sí, pero con dos goles legales anulados y dos tiros a los palos, entre otras cosas. El Madrid ni existió. Recuerdo, como si fuera ayer, a Lorenzo Sanz diciendo que lo mejor del partido había sido que sólo nos habían ganado 0-2.
Pues es tremendo que el día en que uno se «vengaba» en parte de aquel día, se encuentre con este bochorno.
Porque, señores, no es una anécdota, es un bochorno.
La gentuza opina