Archivo

Archive for septiembre 2011

Perla nº15: Rayo Vallecano – Barcelona (Liga 1992-1993)

Se la debo al Chori. Es de justicia.

Estaba buscando la memorable campaña del Rayo en la Uefa, pero se nos sale de presupuesto: ya saben, estas 100 perlas para tarados solo entre 1985 y 2000.

Pero claro, cuando se cierra una puerta, se abre una venta. He recordado al homérico, repito, ¡homérico! Rayo Vallecano de la temporada 92-93 en que derrotó al Madrid, al Depor, al Atleti… a lo mejor de la categoría y al Barça del Dream Team le disputó este partido extraordinario en Vallecas. Grande Polster (con el pelo corto haciendo un hat trick), grande Rayo, grande Barça que remontó con dos tíos menos (ese punto le faltó al Madrid para ser campeón), viva la Liga española, viva Lema, viva Cota, viva Onésimo y viva Vallecas. Por cierto, golazo de Bakero, pero lo que hace Laudrup en el segundo gol… para estar tocándose un buen rato. Y sin duda, Chori, habrás notado que este partido está dedicado a ti también por el infame gol que mete Salinas (con el 6) al final. Muy suyo. Y muy tuyo. Espero que veas el vídeo y dejes algún comentario.

Liga 92/93: Rayo Vallecano 3 (Polster (3) (1 de p))  Barcelona 3 (Koeman (p), Bakero y Julio Salinas)

Bolonia y Verona

Bueno, la falta de tiempo me impide ser más detallista en la explicación del viaje que mi querida Mentxu y un servidor hicimos por Bolonia y Verona hace unos días.

Ciudades pequeñas, con ese punto íntimo y cercano que te obliga a sentirlas de una manera casi fraternal. El hecho de saber que puedes abarcar una ciudad suele dar esa tranquilidad que permite disfrutarla de verdad.

Bolonia tiene concentrado en su parte central la parte más reconocible por todos: las magníficas torres Asinelli y Garisenda, el ayuntamiento, la basilica de san Petronio, los palacios (Podestá y Enzo son espectaculares), la magnífica Plaza Maggiore que enlaza con la de Neptuno y uno de los «sette segretti» de la ciudad… y esas callecitas propias de los casos cantiguos (ojo, por cierto, Bolonia tiene un casco antiguo de los más considerados, grandes y bien conservados del mundo; ahí es nada).

Como digo, una maravilla de ciudad. En caso de valentía extrema se debe disfrutar también de la subida a la basílica de San Luca. Además, nada de coger el trenecito (no el gayer, Ortigoza, no piense mal); hay que subir a pie por los 666 arcos que conducen a la cima y disfrutar de un enclave fundamental (y en algunos casos desconocido).

Bolonia es conocida por el atentado terrorista que los neofascistas Valerio Fioravanti y Francesca Mambro cometieron el 2 de agosto de 1980 en la estación de ferrocarril (la más importante del norte de Italia). En el atentado murieron 85 personas y unas 200 resultaron heridas. Allí, por cierto, se puede disfrutar de otro de los «segretti». Bolonia ha sido y es una de las ciudades clave en el movimiento obrero y alternativo italiano y europeo. Ha sido lugar de congresos y agitación obrera. Hablando de «segretti»… hay uno espectacular: un canal en medio de la ciudad, bastante escondido; no es nada fácil encontrarlo, se lo aseguro.

Pero a día de hoy, para los profanos en política, Bolonia es sobre todo reconocida por su espectacular pasta y especialmente en los tagliatelle y los tortellini. Y por sus «aperitivos», sí, exacto: uno llega a un bar por la tarde y ìde una cerveza. Se sorprende cuando ve que le cobran 5€ por ella (se sorprende y se caga en todo), pero cuando ves que te puedes hinchar a comer en el bufé que tienen dentro (y que está incluido, obviamente), la cifra te parece aceptable.

Verona, por su parte, a unos 100 kilómetros de Bolonia, tiene el encanto de un centro histórico atractivo y a pocos metros, el Castello Scaligero del siglo XIV, la casa de Julieta, y el anfiteatro romano del siglo II. Se pueden imaginar lo que es el balcón de Julieta y las placitas adyacentes. Verdaderamente, más allá de las moñadas típicas, un lugar extraordinario.

La plaza delle Erbe (antiguo foro romano) es una preciosidad digna de ser visitada y disfrutada en todo su esplendor y toda su extensión. Lo mismo la plaza Brá y el puente de piedra que comunica el centro con la parte más alejada, en la propia colina y que está separada por el río Adigio. Un buen lugar, si señor.

Ya saben, Italia siempre es un triunfo y con los precios de ciertos billetes, es inexplicable no escaparse un fin de semana largo a disfrutar de esta región. No lo lamentarán.

Categorías: Viajes Etiquetas: , , , ,

Perla nº14: Dinamo Kiev – Barcelona (1ª Ronda Champions League 1993-1994)

Bueno, pues otra vez el Barça de Cruyff. El mejor equipo de esos años, sin duda.

Ese año el Barça se metería en la final de la Champions (acabaría goleado por el Milán), pero dejó partidos memorables, como esta remontada contra los ucranianos del Dinamo de Kiev.

La ida había terminado por 3-1 y la cosa pintaba mal para los catalufos. Pero se soltaron con uno de los partidos más recordados por los amantes del «Cruyff Team». 4-1 en la vuelta y un millón de oportunidades. Un Laudrup escandaloso, Bakero bigoleador, etc. Un equipo maravilloso, no nos engañemos.

Aquí les dejo con los goles del partido. Disfruten.

Vuelta: Barcelona 4 (Laudrup, Bakero (2) y Koeman) Dinamo Kiev 1 (Rebrov)

Perla nº13: Lazio – Tenerife (1/16 final Copa de la Uefa 1996/1997)

En fin, esta va dedicada al ínclito y serdo Del Rosal. De su amado Tenerife.

Fue una Copa de la Uefa en la que estuvo a punto de hacer historia. Eliminó en esta eliminatoria al temible Lazio de entonces (ojito que ahí jugaba un tal Nedved entre otros) después de perder en la ida 1-0. Remontó en la isla y acabó metiéndose en octavos donde realizó otra machada, ya que pese a empatar a 0 en la ida en casa ante el Feyenoord, le metió un 2-4 en Rotterdam (creo que se fueron de setas a celebrarlo después). Al final caerían en semifinales frente al Schalke, que sería el campeón. Qué cosas…

Era un buen Tenerife, todo sea dicho. Con Juanele en gran forma, Jokanovic, César Gómez, Meho Kodro, Pinilla… En fin, disfruten de esta remontada en la islita en la que tanto disfrutó la Auro y por cierto, no se pierdan el primer gol del partido, el de Nedved. Qué bestia. Siempre he dicho que el mejor jugador (salvo que alguien me recuerde otro) golpeando a la pelota con las dos piernas. Impresionante.

Por cierto, la música que ha puesto el tío por encima de los comentarios originales del partido son para fusilarle.

Vuelta: Tenerife 5 (Paz, Chano, Juanele (2) y Jokanovic) Lazio 3 (Nedved, Fuser y Casiraghi)

Perla nº12: Salamanca – Barcelona (Liga 1997-1998)

Ha sido una gran noche con los cerdos y antes de irnos a dormir una perlita para los tarados. Ya es la duodécima. Sé de sobra que cuando se acaben las echarán de menos.

Obviamente he pensado en el Míkel y en su amor por el balompie. Por cierto… enterarme de que su futuro matrimonio será por la Iglesia con casi toda seguridad, me ha dejado bastante tocado. Yo, como no puede ser de otra manera (y creo que no seré el único), me quedaré en la tasca con su señora madre tomando una cerveza y pensando en la pena de esos hijos que reciben valores y luego se los pasan por el forro de los co… bueno, volvamos al fútbol.

Perlita: Salamanca 4 Barça 3 (comentado por el despreciable García Caridad). Aquel Salamanca del Cuqui Silvani, de César Brito, de Pauleta, de toda esa morralla portugueso-brasileño-argentina que trajo Hidalgo con sus aviones y con sus pateras para jugar en primera división fueron capaces de remontar en pocos minutos al Barça un 1-3 para acabar derrotando en una noche de reyes a los pupilos del cara ladrillo Van Gaal. Inolvidable noche que pasamos en el Sapo. Joder, qué recuerdos. Señores, más de 13 años de aquello. El Barça acabaría ganando la liga, a pesar de cagadas memorables como esta y la que sufrió también contra el Valencia, que por supuesto recordaremos. Espectacular final, por cierto. Disfruten y piensen lo bonito que es Galway.

Liga 97/98: Salamanca 4 (Zegarra, César Brito (2) (1 de p) y Silvani) Barcelona 3 (Anderson, Luis Enrique y Giovanni)

Perla nº11: Nápoles – Milán (Calcio 1987-1988)

En fin, se jugaban la liga. El Nápoles (campeón anterior) y líder durante buena parte del campeonato acabó sucumbiendo en las últimas jornadas. En este encuentro se decidía todo. Vaya jugadores (Van Basten, Gullit, Maradona, Baresi, Careca…).

El resultado lo dice todo: 2-3 para el Milán en San Paolo y finalmente se harían con el título (y las siguientes dos copas de Europa). Si el Nápoles hubiera hecho los deberes el Madrid se hubiese evitado el 5-0 del año siguiente. En fin. Sé que no son equipos españoles, pero también sé qué más de un enfermo de los que pulula por estos lares lo aprovechará bien. No pienso decir nada del gol de Maradona de falta… uno más. Ni de Virdis… qué recuerdos.

Calcio 87/88: Nápoles 2 (Maradona y Careca) Milán 3 (Virdis (2) y Van Basten)

Perla nº10: Zaragoza – Barcelona (Liga 1993-1994)

Bueno, volvamos al campeonato liguero, que siempre hay mucha tela que cortar. Es cierto que las competiciones en plan torneo son muy golosos y por eso muchas veces nos inclinamos por esos choques, pero no nos olvidemos de lo que hay en el día a día.

Hoy hablamos de la gran derrota de la historia de Cruyff como entrenador del Barça, además del 5-0 del Bernabéu. 6-3 en Zaragoza. Aquel maravilloso equipo que los Poyet, Higuera, Esnáider, Aragón, Cedrún, Aguado, Belsúe… convirtieron ese año en campeón de Copa y al siguiente de la Recopa. Esta temporada 93-94 en la que finalmente acabaría triunfando el Barça de Cruyff tras el penalti de Djukic y los 30 goles de Romario, tendría este día un punto de inflexión evidente. De hecho en la jornada siguiente el Barça estaba cabreado (le metió 8 al Osasuna) y ya enfiló una serie de triunfos y buen juego que concluyó con la remontada definitiva hasta conseguir el título.

Por cierto, del reportaje que se ve en el vídeo llama la atención (y así lo recordaba) la rotura de la valla de contención y la caída de varios espectadores al foso. De hecho en algún caso se escuchan unos gritos que dan un poco de grima. Aunque nada comparado con la cara —y las gafas— del curioso personaje al que entrevista (evidentemente para reírse de él) TVE. Ah… y se ve que Guardiola como jugador no era tan «equilibrado» como ahora. O al menos como vende su imagen.

Lo que es innegable es que el Zaragoza siempre ha presumido de esta victoria. No es para menos.

Liga 93/94: Zaragoza 6 (Cáceres, Gay, Esnáider (2), Higuera y Poyet)  Barcelona 3 (Romario (2) y Laudrup)

Bolonia para cerrar el verano

Bueno, pues último viaje del verano. Sí, eso que se acaba el día 21.

La jefa y un servidor nos vamos a Bolonia. A ver qué tal… Tiene pinta de que no será el último viaje por estos parajes, porque los precios de Ryanair son de coña. Él tiene uno ya pillado para ir a la zona por 24€ (aterrizará en Ancona, creo). En fin, Italia siempre llama la atención.

La idea será, en nuestro caso, además de disfrutar de la «ciudad roja», ir a Verona y quizás alguna cosa más. Todo es cuestión de tiempo y organización.

A la vuelta hablamos.

Categorías: Viajes Etiquetas: , , , ,

Perla nº9: Sporting – Real Madrid (1/8 final Copa del Rey 1988-1989)

En fin, entiendo que pueda parecer una perlita menor. Algo que no pinta demasiado aquí. Puede que tengan razón.

Pero hete ahí que uno tira de hemeroteca mental y recuerda en los albores de sus recuerdos futbolísticos, en aquella primitiva época… un 5-5 que me pareció fastuoso. Y la vuelta fue un 5-2. Ahí es nada. 10-7 la eliminatoria. Un escándalo. Y es que ese Sporting de los 80 no era para nada mal equipo. Recuerdo una goleada de aúpa en el Camp Nou con los Eloy, Joaquín, etc. Es cierto que el Sporting de principios de los 80 que fue subcampeón de Liga y hasta dos veces de Copa apuntaba muy alto. Y siempre quedarán esas participaciones en Europa como recuerdo. Pero se fue Quini, se fue Maceda, Eloy… y se perdió un poco ese punto diferencial. Aun así, comenzaron a salir en esa segunda mitad de los 80 Abelardo, Luis Enrique (tu padre es Amunike), Felipe Miñambres, Juanele… y el equipo creció mucho. No llegó a reverdecer laureles, pero no está de más recordarlo.

La eliminatoria que les muestro denota lo interesante que fue. 5-5 en la ida (ciertamente el Madrid con muchos suplentes: el siempre cumplidor Losada (hat trick), Aldana, golazo de Schuster…) y un 5-2 en la vuelta (con más titulares) para meterse en los cuartos tras unos golazos tremendos de falta (que te claven 3 faltas en un partido es para hacérselo mirar; sobre todo lo del primer gol: lanza Hugo y gol; manda repetir, lanza Schuster y gol… vaya jugadores, bestial). El Madrid ganaría esa copa del Rey tras una maravillosa semifinal de Copa ante el Atlético (a ver si entre las 90 perlas que quedan lo ponemos: todavía recuerdo aquel gol legal anulado a Baltazar, el despeje de Solana al larguero de Buyo… qué viejo soy, coño).

Pero bueno, les dejo con esta eliminatoria. Ojito al parche: 10-7. Ahí es nada.

Ida: Sporting 5 (Joaquín (2) (los 2 de p). Felipe, Narciso y Villa) Real Madrid 5 (Esteba, Losada (3) y Schuster)

Vuelta: Real Madrid 5 (Schuster, Hugo Sánchez (2), Losada y Míchel) Sporting 2 (Joaquín y Narciso)

Zanzíbar, ese lugar especial en el mundo

by Camilo Ortigoza

Poco más que una guía de viajes obsequiada por mi señor padre, contadas lecturas entresacadas de la red de redes y algunas referencias de familiares y conocidos eran toda mi fuente de conocimiento en relación a Zanzíbar, pequeño archipiélago situado en frente de la costa de Tanzania que de forma absolutamente circunstancial y casual se convirtió en mi destino vacacional para agosto de 2011. Las siguientes líneas sólo pretenden ser una crónica de mis vivencias a lo largo de lo que fue un gran viaje.

La decisión de ir a Zanzíbar fue engendrada a lo largo de una maravillosa charla vespertina que tuvo lugar en el mítico Padrao a finales del pasado mes de junio. Allí nos reuníamos Uriel, Míkel, Auro, Anita, Ferlein y la mirífica señorita Murillo. La conversación derivó en el hecho de cierto de que Míkel viajaría a Zanzíbar para tomar parte en uno de sus ya habituales campos de trabajo. Tal vez debido a las cañas sabiamente servidas por Kenio, lo estimulante de la charla o la presencia de Aurora (musa de la africanidad) la conversación desembocó en un compromiso verbal por mi parte de que estudiaría seriamente el precio y las fechas de un viaje a Zanzíbar a lo largo del mes de agosto.

Lo demás es historia: compra del billete, vacunación, adquisición de medicamentos y una moderadamente larga espera que concluyó el 18 de agosto por la tarde.

Tras un viaje sin incidentes de 18 horas de duración llegué a Dar es Salaam el 19 de agosto. Mi primera toma de contacto con el África subsahariana fue muy estimulante, me encontré en una ciudad bulliciosa, ajetreada, calurosa, polvorienta. En definitiva me encontré por primera vez en mi vida con la inequívoca sensación de ser un guiri absoluto. Esta circunstancia no evitó que aquella misma noche saliera a tomar unas cervezas a la zona más exclusiva de Dar con unos mochileros alemanes y suizos con los que compartía albergue.

El sábado 20 de agosto por la mañana me encontré con Míkel en el Luther House Hostel (punto de encuentro para su campo de trabajo). Tras un cúmulo de circunstancias inesperadas, que serían muy largas de contar y que concluyeron con la cancelación del campo de trabajo de Míkel en Zanzíbar, me vino a la mente la posibilidad de dar la vuelta a la isla en bicicleta. Esta inspiración seguramente fue propiciada por el efecto de la tercera cerveza Kilimanjaro que degustábamos en una paradisíaca playa de Dar es Salaam (Kipepeo Beach). La conocida inconsciencia de Míkel y su repentina ausencia de planes dieron como resultado que se uniera con entusiasmo a tan peculiar ruta cicloturista.

A las tres de la tarde del 21 de agosto embarcamos en el ferry y en poco menos de tres horas llegamos a la maravillosa Stone Town, una ciudad de fachadas blancas, callejuelas estrechas y que deja ver la huella que dejaron en su paso persas, portugueses, ingleses y demás negociantes, maleantes y mandatarios que se beneficiaron de la situación estratégica de Zanzíbar para la trata de esclavos. La ciudad está cargada de magia, invita al visitante a perderse por sus callejuelas y a visitar sus edificios emblemáticos, algunos de ellos de singular belleza y hoy en día reconvertidos en centros para el disfrute del turista más exigente. Destacar entre estos lugares The Africa House, extraordinario por su belleza y suntuosidad y sede predilecta por los británicos durante su periodo de supremacía en el archipiélago. Míkel y yo disfrutamos en particular de su bar, conocido como el Sunset Bar, un lugar irrepetible para la contemplación de los atardeceres.

Tras resolver asuntos logísticos tan importantes como el alquiler de las bicicletas y la consigna para el equipaje, gestiones estas para las que contamos con la inestimable ayuda de nuestro amigo GTA (un nativo de Stone Town que resolvía nuestras «misiones» más complicadas con la eficacia del protagonista de un videojuego).

El lunes 22 de agosto por la mañana subimos a unas modestas pero decentes bicicletas de montaña modelo femenino y nos dirigimos hacia el interior de la isla dirección a la costa este, en particular a la localidad de Chwaca. A lo largo de los primeros kilómetros, todavía en las afueras de Stone Town, era notoria la multitud de comercios, negocios y actividad que se daba en los arrabales de la ciudad.

Tras abandonar la capital nos adentramos en una Zanzíbar rural que mostraba mucha vida a lado y lado de la carretera: tiendas, casas, colegios y niños completaban un paisaje rico en palmeras y extensiones de matorral tropical. Míkel se adaptó muy bien a su minúscula (para él) bicicleta y sobre el mediodía hicimos entrada en Chwaca.

Es muy curioso observar cómo en Zanzíbar el magnífico pavimento y la impecable carretera desaparecían abruptamente al entrar en una población, fue entrar en Chwaca y comenzar a contemplar una colección de casuchas fabricadas a base de barro y ramas coronadas con techumbres vegetales, multitud de niños ociosos correteando por las calles, hombres sentados o tumbados, mujeres atareadas con labores varias que caminaban con dificultad por las irregulares «calles» de esta o de cualquiera de las localidades por las que pasamos en Zanzíbar. Fue a través de la observación de las poblaciones como llegamos a la conclusión de que el dinero que el turismo deja en Zanzíbar no llega al ciudadano rural. Todo lo que no está directamente ligado con los resorts turísticos o con el centro histórico de Stone Town puede recibir, con toda justicia, el calificativo de paupérrimo. Ausencia casi total de agua corriente, suministro eléctrico irregular e insuficiente, escolarización poco extendida, etc. Es de justicia reconocer como aspecto positivo el hecho de que en Zanzíbar no se percibe hambre entre sus habitantes, los niños están ociosos, sucios y descalzos, pero sus caritas reflejan curiosidad, alegría y no hambre. Algo es algo.

Nuestro primer día de bicicleta habría de terminar en la localidad de Pongwe, de camino hacia este pueblo fuimos víctimas del único percance negativo de nuestro viaje. El sol abrasaba nuestras cabezas y decidimos hacer una parada en el primer lugar que nos encontráramos en el que nos sirvieran una cerveza. Estábamos antojados con bebernos una Serengueti bien fría y entramos en un resort de esos en los que desde fuera no se ve el interior. Una vez dentro, observamos que estábamos en un lugar de alto standing con clientela 100% extranjera. Salió a recibirnos el director del complejo, un tipo gordo de aspecto iraní que se decepcionó bastante cuando se enteró de que viajábamos hacia el norte en nuestras destartaladas bicicletas. Por alguna extraña razón nos habían confundido con alguien que esperaban, ese era el motivo de que estuviéramos siendo objeto de tantos honores. Pedimos nuestra cerveza y  disfrutamos de un elegante bar frente a la playa. Una vez terminada nuestra bebida nos dispusimos a pagar y el camarero nos comentó que no tenía cambio y nos invitó a pagar en recepción. La recepción estaba a unos 200 metros  del bar y una vez allí esperamos un rato a que alguien apareciera para cobrarnos… Como imaginarán, nuestra idiosincrasia española nos hizo tomar una decisión lógica en nuestra cultura, pero difícilmente asimilable en una sociedad musulmana. Nos piramos sin pagar, vamos, qué hicimos un simpa.

Proseguimos nuestra marcha, con un cierto malestar en nuestro fuero interno y con la sensación de que nuestra españolidad nos iba a jugar una mala pasada. Como era de suponer, unos 10 kilómetros más adelante, una furgoneta repleta de pasajeros pegó un frenazo a nuestro lado y de allí bajó como una exhalación el camarero que «no nos había querido cobrar». Como imaginarán, la situación fue violenta, no faltaron las amenazas de varios nativos que no veían con buenos ojos nuestra fechoría; por otro lado, los 8 dólares que no pagamos significaban mucho para el muchacho que los reclamaba. En resumidas cuentas, pagamos nuestra fechoría y las molestias ocasionadas por el doble de su valor inicial. ¡Lección aprendida!

El día terminó en un maravilloso resort en el que disfrutamos de una habitación estupenda con dosel, vistas a la playa y ducha de agua caliente. La ducha era tan extraordinaria que don Miguel permaneció bajo su chorro durante casi una hora de reloj. Esa noche cenamos una comida deliciosa parsimoniosamente servida (esto se repetiría en cada uno de los lugares en los que comíamos) y dormimos a pierna suelta.

El martes 23 comenzó para mí a las seis de la mañana, puse el despertador a esta hora porque intuía que sería mi única oportunidad para fotografiar un amanecer sobre el Índico. Sólo les diré que fueron veinte minutos silenciosos, solitarios, meditativos e irrepetibles.

Proseguimos nuestra marcha aquejados por el intenso dolor de culo propio de la segunda jornada en bicicleta; esta dolencia se ceba especialmente con las posaderas poco acostumbradas a estos esfuerzos. La mañana era la más calurosa y soleada de las que habíamos vivido hasta ese instante, ni una nube en el cielo, ni una sola sombra y muy pocas almas a lo largo de los primeros treinta kilómetros de recorrido. Míkel recordó una de esas expresiones habitualmente utilizadas por el maestro Del Rosal cuando exclamó: «¡No hay una puta sombra en este erial!». Afortunadamente no era difícil encontrar agua embotellada a lo largo de nuestro recorrido pero esas primeras horas supusieron bastante desgaste para nuestros cuerpos; tanto fue el desgaste que los últimos 25 kilómetros se hicieron muy largos, de hecho, Míkel fue presa del mil veces nombrado por Perico Delgado hombre del mazo.

Finalmente llegamos a Nungwi. Situada al norte de Unguja es la zona de Zanzíbar más explotada por el turismo. Es de justicia reconocer que esta explotación turística es lógica si tenemos en cuenta que esta zona de la costa ofrece al visitante aguas cristalinas de color azul piscina, altas palmeras, arena blanca, chiringuitos, alojamientos que en su mayoría no atentan contra la estética del entorno, atardeceres sublimes, anocheceres vertiginosos rebosantes de estrellas y lugareños simpáticos —y al parecer muy atractivos— si atendemos a la cantidad de mujeres maduras (y no tan maduras) europeas que se paseaban ufanas con sus acompañantes, generalmente ataviados con vestimentas propias de los masais.

Las noches del miércoles 24 y el jueves 25 las pasamos en Nungwi. Tras una búsqueda no demasiado larga y nada exigente encontramos un alojamiento que contaba con ducha de agua fría y dos catres con mosquitera. Se convirtió en nuestro hogar durante este periodo. Los días en este paraíso transcurrieron perezosos entre paseos por la playa, cervezas aquí y allí, charlas con distintos personajes, baños, pachangas de fútbol en la playa con lugareños y algún otro turista, más cervezas, atardeceres y anocheceres. Una de estas noches en las que el señor Barra se retiró a una hora comedida con los ojos inyectados en sangre, me quedé con Thomas, un suizo que conocí en mi lupanar de Dar es Salaam y que casualmente coincidió con nosotros en la habitación contigua en Nungwi, tomando unas cervezas. Charlábamos animadamente cuando fuimos abordados por dos señoritas nativas que aseguraban que acababan de salir de trabajar y que «desinteresadamente» nos ofrecían un masaje… En fin, aun en un lugar tan musulmán como Zanzíbar y en pleno ramadán la prostitución termina haciendo acto de presencia. Era un bar de lo más normal atestado de turistas y las chicas no tenían, en principio, aspecto de trabajadoras del sexo. Otra de las cosas que no faltaban en Nungwi y en Stone Town eran drogas. «Something special for tonight sir?», solían ofrecernos los dicharacheros camellos.

El jueves 25 por la mañana teníamos que volver a subir en nuestras máquinas; tras dos días de descanso cogimos las bicicletas con energías renovadas, el destino era Stone Town y el recorrido que nos aguardaba era de 65 kilómetros. Era la más larga de las etapas que haríamos y esperábamos este día con cierto respeto. A lo largo de la jornada atravesamos la que, a mi modo de ver, es la zona más bella de la isla de Unguja, al menos en lo referente al paisaje y al entorno natural. La zona norte de Zanzíbar es un área de exuberante vegetación tropical, espesos bosques y está habitada por gente alegre y amable que saludaban entusiastas a nuestro paso. «Jambo» (Hola en swahili) fue el sonido más escuchado a lo largo del viaje.

Contrariamente a lo que sugerían nuestros temerosos presagios, el viaje de vuelta a Stone Town resultó relativamente cómodo y finalmente tras darnos un merecido homenaje en forma de refresco frío en una de las numerosas tiendas que bordeaban la carretera, llegamos a la capital de Zanzíbar sobre las tres de la tarde. Era el momento de entregar las bicicletas, cambiar la fecha del vuelo de vuelta de Míkel en la compañía aérea (misión esta última para la que volvió a ser vital la inesperada y casual aparición de GTA), volver al hotel, recuperar nuestro equipaje, comprar el billete de vuelta a Dar es Salaam en el ferry y finalmente comer. Era ramadán y no era fácil encontrar un sitio para comer, especialmente pasadas las cinco de la tarde, por fortuna encontramos un restaurante vegetariano no musulmán en el que nos atendieron con amabilidad y nos deleitaron con una comida exquisita.

Tras una ducha reparadora y el imprescindible cambio de vestuario nos preparamos para pasar nuestra última noche en Stone Town, noche que aprovechamos para revisitar nuestros garitos favoritos y callejear por sus estrechas calles. En uno de estos paseos conocimos a Darío, un médico cubano, negro, alto y fuerte como un guerrero masai que nos abordó en perfecto castellano con extrema simpatía y nos guió hacia un pequeño restaurante local en el que disfrutamos de una deliciosa, abundante y baratísima cena a base de pollo asado y patatas fritas. Darío nos contó que llevaba cinco meses en Stone Town y que hacía parte de un programa de colaboración entre el gobierno cubano y el gobierno de Zanzíbar para la capacitación y educación del personal sanitario del hospital general de Stone Town. Nos dijo que el nivel de la medicina era bajísimo, que no se respetaban las mínimas medidas higiénicas, que para cualquier caso, fuera el que fuera, se prescribían tratamientos contra la malaria y que el SIDA era una de las máximas amenazas de la población: nos habló de que un 40% de los habitantes estaban afectados por la enfermedad. «No se les ocurra enfermarse aquí», nos aconsejó. La noche concluyó en el Mercury bar donde compartimos una última Kilimanjaro con Darío. Gran última noche en Stone Town.

El viernes 26 por la mañana lo dedicamos a fotografiar Stone Town, a hacer algunas compras, darnos un homenaje en un restaurante regentado por un americano septuagenario y peculiar, que aseguraba que en tiempos de Franco entró en España procedente de Marruecos con varios gramos de hachís mezclados con sus calcetines sucios sin ser consciente de que los llevaba. Se descojonaba mientras admitía que si le hubieran pillado habría pasado unos buenos años en alguna cárcel española; eso sí, se lo fumó con mucho gusto cuando encontró la inesperada carga en su Nueva York natal.

Cerca de las tres de la tarde nos subimos al ferry y llegamos a Dar es Salaam en escasas dos horas y media. Había sido una semana muy intensa, plena de experiencias y el círculo se tenía que cerrar allí donde empezó, en el Luther House Hostel. Aquella tarde nos apetecía salir a tomar algo y entramos en el bar Florida situado en las proximidades del puerto. El Florida era «el típico bar al que vas después de currar», comentó Míkel. Llegamos allí con la intención de tomar unas cervezas y tal vez ver la final de la Supercopa de Europa entre el Oporto y el Barça. Finalmente no vimos el partido pero terminamos cenando y hasta tomándonos un doble de whisky.

El sábado 27 de agosto era la fecha señalada en el calendario como final de nuestro viaje y teníamos que partir, la sensación general era muy positiva y teníamos la certeza de haber vivido una experiencia extraordinaria. Personalmente disfruté muy intensamente de cada uno de los momentos del viaje y de alguna manera, y sin haberlo buscado, resultó ser exactamente lo que mi estado anímico necesitaba. Venía de unos meses bastante frustrantes en lo laboral que me habían llevado a una dinámica de preocupación y estrés desmedida por cuestiones que realmente no merecían tanta atención. Fue muy instructivo observar de cerca y al ritmo de una bicicleta la vida de unas personas cuyas preocupaciones seguro que son mucho más vitales que las mías y que no por ello dejan de ofrecerte ese sabio consejo y filosofía de vida que tantas veces escuchamos a lo largo del viaje. «Pole pole, hakuna matata»  o lo que es lo mismo: «Despacio, despacio, no te preocupes».

Categorías: Viajes Etiquetas: , , ,