Cual sherpa
Quisiera rendir un homenaje a los olvidados. A esa gente que no cuenta. Que no suma. La vida les ha negado la oportunidad de tener un verdadero nombre propio.
En este punto, les pido una licencia para hablar de los sherpas. No me digan que el paradigma no les parece adecuado.
Si un europeo sube al Himalaya, el mundo occidental lo ensalza cual proeza titánica (no dudo que lo sea). Ahora bien, si un sherpa sube una y otra vez (hasta arriba de armatostes, además) no le importa a nadie.
Exijo un reconocimiento para esta clase de tipos, que con tal dignidad se ganan la vida a los pies de este coloso montañoso.
Mañana, yo seré el pobre servidor de mi amo blanco. De mis labios saldrá el vergonzante «Sí amo» sudafricano que gracias a Dios se erradicó hace décadas. Entenderé el significado y el significante del esclavo, del nacido para servir, del pobre desgraciado que no tuvo la suerte de estar en el lugar y en el momento adecuado.
Mientras mi amo me diga «coge ese paquete de salchichas» o «mete esa bolsa de papas en el carrito», pensaré en los sherpas. Cuando conduzca el coche con el que llevaré a mi amo hasta su hogar, recordaré las películas del África colonial. En el momento en que el amo me escupa alguna delicia como «sube mis bolsas, porteador» no podré más que dejar volar mi mente hacia los esclavos que todavía habitan este mundo podrido, desalmado y sobre todo, descabezado.
Entre anginas y juegos
Más de ciclismo: Llaneras (otra vez, vaya crack) y Tauler en la prueba de Madison. Plata con cierta polémica, pero plata al fin y a la postre. Es tremendo pensar la demostración de poderío que está dando el ciclismo nacional, tanto el de carretera como el de pista.
Esta misma mañana, mientras la selección de basket se metía en semis tras derrotar con holgura a la anárquica Croacia y un poco antes de que nuestros representantes de waterpolo no pudieran poner en apuros a Serbia, nuestras chicas de la sincronizada han vuelto a demostrar que junto a Rusia (eminencia en esta disciplina) son las mejores del mundo. Cómo suena esa afirmación. Da casi vértigo.
Muy grandes
Semana de Juegos. Días de deporte sin parar. Esto se paga. ¡¡Qué sueño, por Dios!!
Nos ha costado ponernos las pilas, pero hemos vuelto a la senda del triunfo.
Primero ayer, el inmenso, el gigante, el mayúsculo Joan Llaneras. Impresionante en la prueba de puntuación. Un fenómeno. En recuerdo a Isaac Gálvez. No se puede tener más clase.
Hoy ha sido el día de rematar el tenis. Las féminas (Vivi y Anabel) se quitaron de encima a las chinas en la jornada de ayer y hoy tocaba cerrar el cuadro. No pudo ser ante las yanquis superdotadas. Plata que sabe a oro.
El primer oro olímpico de la historia en el tenis para el grandísimo e inimitable Rafa Nadal. Hay pocos valores tan seguros como él. Es raro que falle. Enorme. No hay palabras. Es alguien que reúne todos los requisitos para ser recordado de por vida. Nuestros nietos nos pedirán que les contemos todas sus hazañas. Y lleva tantas que es complicado acordarse. Gloria al rey. Gloria al más grande. Al número 1. Enorme.
Otro valor seguro en esto de los juegos es Gervasio Deferr. Le han tangado su tercer oro, después de haber hecho un ejercicio bestial, pero ya se sabe cómo es esto de los jueces en China con los chinos. No es la primera vez. Tercera medalla. Impresionante. Nos quitamos el sombrero. Por cierto, escuchando al crack de su padre en la Ser uno se da cuenta de lo que es la buena gente.
Por último, para acabar este fin de semana brutal, hablar del 49 er. Bestial. Están dirimiendo si finalmente se llevarán plata u oro. En cualquier caso, Iker Martínez y Xabier Fernández nos dan otra alegría. Era raro que en Vela no consiguiésemos también llevarnos algo. Enhorabuena.
Por contra, no puedo dejar de lamentar la medalla de Paquillo y la de la enorme Marta. Pobrecilla. Esa caída nos ha jodido la tarde. Qué gran mujer.
Y así, habría que hablar de los 8 oros del tipo ese que puede nadar y vivir debajo del agua al que apellidan Phelps. Ha batido el famoso record de Spitz de Munich, nada menos. Lleva en su carrera 14 oros y 2 bronces. 14 oros nos los ha conseguido España en los últimos 4 JJ.OO. Es para hacernos una idea.
O también deberíamos hacer una mención de ese jamaicano que vuela a una velocidad jamás alcanzada. ¡Espectacular! No recuerdo una final de 100 metros así. Quizás aquella en que Ben Jonhson superó escandalosamente a Carl Lewis en el 88. Ganó con una suficiencia aplastante…hasta que se descubrió el pastel. Tremendo Usain Bolt.
Sobre la vergonzosa cobertura de TVE que nos ha metido el absurdo motociclismo de los cojones cuando nos la trae al pairo, en medio de los juegos y no hemos podido ver momentos épicos, mejor no hablar. Ellos mismos.
Queda una semana de juegos. Esperemos seguir aumentando el medallero y sobre todo, seguir disfrutando de esos deportistas que nacieron junto a nosotros, que son sangre de nuestra sangre y que nos representan allende nuestras fronteras.
Antitéticos
Primeras preseas
Si comentábamos anteriormente los valores esenciales que se entienden en estos acontecimientos, el mejor ejemplo lo vimos en la prueba ciclista. Ganadores del Tour, Giro, Campeones del mundo se dejaron el alma para que su compañero, el que más fuerte aparentaba sentirse, pudiera llegar al final con opciones. Triunfo individual, claro…pero colectivo ante todo.
Olvidados
«La sombra sola del olvido temo
porque es como no ser un olvidado
y no hay mal que se iguale al no haber sido».
Quédense con el soneto y repítanselo cuando las cosas les vayan mal.
Es que me levanto de la reparadora siesta, ante unos días durísimos debido al cambio de placer turístico y vacacional por el quehacer cotidiano y me aturulla una noticia inquietante. Les transcribo: «Condenado por irrumpir en un club de alterne armado y gritando ‘esta noche manda mi polla'».
Si uno lee un poco más el artículo ve que se trata de un calorro de pueblo que perdió la cabeza, no sé si puntual o definitivamente, pero al que acosa un grave problema de soledad.
Y me ha dado por pensar en aquellos tipos a los que la historia no ha otorgado un lugar apropiado para sus méritos.
¿Quién recuerda la historia de Meng Tiang? Aquella campesina que recorrió en pleno invierno una distancia gigantesca para proveer de alimento a su marido, que estaba trabajando en la construcción de la gran muralla china, erigida por orden de Quin Shih Huang-Ti, primer emperador del país chino.
Cuando llegó, su marido había muerto el día anterior a causa de un derrumbe. Su cuerpo, en un mundo antiguo donde no debe malgastarse nada, fue empleado como masa para la construcción de una parte de la misma muralla responsable de su muerte. La leyenda dice que Meng Tiang lanzó un tan doloroso alarido de angustia, que rajó de parte a parte la zona del muro donde se encontraba el cuerpo de su marido, formándose una grieta que nunca más se pudo recomponer.
¿Quién recuerda haber visto el documental sobre aquéllos (hoy olvidados) que lucharon junto a Emiliano Zapata a comienzos del S. XX y lo mismo se enfrentaron a Porfirio Díaz que a Salinas de Gortari?
¿Quién recuerda a Toril, a Ochotorena, a Meca, a Vítor o a Aldo Serena?
A todos éstos y a centenares más de personajes los absorbió la imparable historia.
Da pena que se recuerde a cualquier engendro y no a verdaderos artistas de nuestro extraño mundo.
Como a Manuel Machado. Un poeta muy recomendable.
Y es que el olvido al que ha sido sometido el bueno y grande de Don Manuel, no es el mismo que el de otros. En su caso es el efecto «sombra-filial». Esto es, aquéllos que a pesar de su indudable talento nacieron, vivieron e incluso murieron a la sombra de otros demasiado importantes como para hacerse un hueco de soslayo.
El gran Manuel Machado dejó obras para el recuerdo. Y poemas muy destacados.
Además un tío muy versátil. Hizo camisetas con su dorsal, grabó varios cedeses (me la apropio) y seguro que se corrió más de una juerga como el tío de la noticia del principio.
Y por si fuera poco, era un cachondo.
Cuenta Cansinos-Asséns, que en una ocasión, estando en casa de Antonio y Manuel Machado un muchacho, un tal Pinedo (Pinedito lo llamaban), que quería ser poeta e intelectual, los dos hermanos, Antonio de Zayas y Francisco Villaespesa, que también estaba allí, le hicieron creer que para ser un auténtico literato había que ser homosexual.
-Sí –le decía muy serio Manuel Machado-, todos los genios han sido invertidos. No tiene usted más que ver…, Shakespeare, Oscar Wilde, Pierre Louys, y ahora, entre nosotros, Benavente…
Pinedito movía la cabeza: -¿Hombre, Shakespeare?…
-¡Claro! ¿No ha leído usted los sonetos a lord Pembroke?
(…) Además de homosexual, todo artista e intelectual debía ser un delincuente y haber cometido por lo menos un crimen (de nuevo parafraseo a Cansinos)
-Sí –insistía Villaespesa-, para ser genial hay que ser invertido y también asesino. ¿No ha leído usted la biografía de Benvenuto Cellini?…
-¿Ni la obra de De Quincey, Del asesinato considerado como una de las bellas artes? –interroga Zayas.
-¡Hombre, hombre! ¡Asesinos también!…
-¡Claro! El artista es amoral… Yo, aquí donde usted me ve, he matado a una vieja… Y Antonio Machado ha estado en presidio por haber falsificado una letra… Aún le queda al andar el resabio del grillete…, ¿verdad, Antonio?
Antonio, muy serio, asentía sin dejar de afeitarse.
-El genio es la anormalidad –dogmatizaba Antonio de Zayas-. Sólo las medianías son normales… Pero por ser genial, bien vale la pena ser homosexual y hasta asesino.
-Entonces… –decía Pinedito con cómica resignación…
-¡Bravo! –gritaban todos-. Usted será genial, Pinedito.»
Fíjense en esta ´peazo´ broma que tuvo como origen al grande de Manuel Machado.
Me tiene ganado.
Me voy al ´Gogle´a buscar cosas de este crack.
Cuando el viaje es disfrute
De los más exigentes que nunca he hecho. Y no lo digo por tener que aguantar al Míkel. Ciudades, cervezas, caminatas, catedrales, iglesias, puentes, alemanes, húngaras, estatuas, historias, Historia, risas, felicidad, culturas diferentes, lagos, toboganes, calor, frío, lluvia, vignettes, ronquidos…ha merecido la pena.
Hemos podido disfrutar de maravillas multiformes y de anécdotas variopintas. De todo ha habido en esta escapada veraniega.
Ciudades:
Munich: Fue la primera y la última. Ciudad germana en toda su extensión. Lo mejor sus Biergarten. Menos agraciada turisticamente que Berlín, por ejemplo, donde tuvimos la suerte de estar hace más de un año. Pero hay que destacar los Biergarten. Como aquél que permanece abierto las 24 horas del día y donde sirven comida típica y cervezas por doquier. Ah…y donde nos recibieron con un ¡Qué viva España! de Manolito Escobar, versión teutona.
Antes de volver, dimos una vuelta por su centro. Marienplatz y la catedral nos deleitaron. Aunque a esas horas ya pensábamos en el Jardin inglés que nos habían dicho que viene a ser el pequeño Oktoberfest que tiene esta gente todo el año. El Sr. Barra disfrutó como un enano entre tanto cervecero. Yo obviamente, también.
De cerca de Munich hay que destacar que vimos el castillo del Rey loco (Ludwig II), el de Neuschwastein. Parece sacado de una película de Walt Disney. No me extraña que sea una de las atracciones para los turistas. Muy, pero que muy interesante.
Esta foto la obtuvimos desde un puente que hay habilitado a una distancia considerable del castillo. Sirve para darse cuenta de la grandiosidad del monumento. Y del personaje. Luis II, el rey loco. Una de esas historias dignas de cuento de hadas. Todo con música de Ricardo Wagner, claro.
Viena: Mucha gente me decía que me podría decepcionar. En absoluto. Es la grandiosidad elevada a la enésima potencia. Quizás por ello, puede parecer fría.
Nosotros sabíamos a lo que íbamos. Capital de Austria y del antiguo Imperio Austrohúngaro. Más Historia.
La ciudad dividida en varios «rings», tiene su eclosión con la firma Habsburgo en el central. El tremendo palacio imperial del Hofburg nos dejó atónitos. Ingente demostración de poderío. La cuestión está en retrotraerse e imaginar.
La catedral de San Esteban, el monumento a San Esteban, el Buggarten, San Carlos Borromeo, la Karlplatz. El centro es el corazón del Imperio de María Teresa (vaya crack la tipa esta) y de Francisco Esteban. aunque hayan pasado más a la posteridad Francisco José I y Sisí, claro.
A las afueras vimos el descomunal palacio de Schönbrunn. Entramos y vimos pormenorizados los detalles del lugar en que se desarrollaba la vida de los emperadores. Fastuoso. Grandioso.Cogimos el metro para visitar el Belvedere, otro de los palacios barrocos imperiales. Volviendo a la zona del Hofburg, no dejamos de acceder al Planskaal, la biblioteca más impresionante que recuerdo haber contemplado dentro. Pudimos saborear incluso una exposición en su interior.
El resumen de lo que es Viena lo hizo el Míkel con una de sus impagables frases: «Nosotros tenemos una calle en la Gran Vía y nos parece la leche, vienes aquí y resulta que todo es así». Impresionante
Por cierto, estuvimos en el Ernest Happel. Hace poco más de un mes en aquel lugar se produjo lo más grande. No podíamos faltar.
Bratislava: la parte pobre de la antigua Checoslovaquia tiene también su aquél. Hay que saber interpretar la historia de este pueblo. Sintiendo «el abrazo de los Carpatos» intenta crecer en torno a un castillo erigido en el siglo XV. Comparado con otros, no es gran cosa, pero subimos hasta arriba para disfrutar de la vista.
Estuvimos un par de horas y no está de más. Tomamos una cervecita en la plaza principal y nos fuimos raudos y veloces hacia la verdadera capital de la República Checa.
Praga: Desde 1992 el casco histórico de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad. Su belleza y patrimonio histórico la convierten en una de las 20 ciudades más visitadas del mundo. Con esto queda todo dicho. Precioso.
La plaza vieja con las torres gemelas de la iglesia de Tyn, el ayuntamiento y su reloj tan peculiar, los puentes, sobre todo el de Carlos con sus estatuas gigantescas, el castillo (Hradcany), la Catedral de San Vito, la catedral de San Nicolás, el callejón del oro…
Si no han ido no se lo piensen. Ciudad mayestática. Si además consiguen evitar a las hordas que machacan los caminos comunes y se pierden por lugares menos poblados, disfrutarán de los verdaderos encantos de esta ciudad.
Kutná Hora: El Míkel tenía constancia de la existencia de un lugar con un osario escandaloso. Creo que es lo más bestial que he visto nunca. ¡¡Acojonante!! Un tipo ha utilizado los huesos de 40.000 seres humanos para hacer dentro de una capilla cristiana arte con todo ese conjunto de huesos. Brutal.
Además, pudimos hacernos eco de la enorme catedral que gobierna con majestuosidad clásica toda la población. Nuevo acierto para el Míkel.
Budapest: Tenía muchas ganas de conocer esta ciudad. Y no me ha decepcionado. Ese Danubio imperial (no podía ser de otra manera) separando Buda y Pest con el Parlamento más grandioso que recuerdo haber visto, los puentes que convierten en uno a esa gran capital. Sí es cierto que da la impresión de ser una ciudad que todavía tiene que crecer bastante en muchos aspectos. Se nota que han sufrido la bota nazi y luego a Stalin.
Hay que reconocer que es una ciudad en la que aprendimos mucha Historia. Sobre todo en la exposición del museo del terror a la que asistimos. La Revolución de Budapest de 1956 (como la de Praga de 1968) nos ha permitido conocer mejor el devenir actual de estos pueblos.
Destacar de Budapest sus balnearios. La leche. Fuimos primero al que está más alejado (Balneario Széchenyi) cerca de la plaza de los héroes. Baños termales, saunas flojas, medias y extremas, piscinas… De verdad que era la primera vez que yo iba y ha sido una experiencia inolvidable. Un par de días después fuimos al más famoso, el de Géllert. Me quedo con el primero.Salzburgo: Estuvimos solamente una tarde, pero fue suficiente para hacernos idea de lo bonita que es la llamada «ciudad de la música». La ciudad de Mozart. Ante todo, destacar la Fortaleza de Hohensalzburg, monumento característico de la ciudad. Es la más grande y mejor conservada en Europa.
Lo que más nos gustó, quizás, desde arriba fue la vista preciosa de toda la ciudad. También entramos en la catedral y paseamos por la Residentzplatz, donde nuevamente vimos la estatua principal rodeada de andamios. Ha sido una constante. Una pena.
Anécdotas:
– Si alguna vez viajan a esta zona centroeuropea y van a ir por autopistas, por mucho que les digan que si parece una tontería lo de comprar una pegatina cutre, COMPRENLA. Allí no existen los típicos peajes como en España. Allí tienen que adquirir la puta Vignette que te permite circular. Si no, te puede pasar como a nosotros: 120€ de multa. Qué divertido.
– En Viena se come algo así llamado Snitzel. A simple vista parece un filete empanado, pero cuando uno ve sus dimensiones completamente descomunales llega hasta a asustarse. Repetimos y la segunda vez estuvimos cerca de la muerte por asfixia. Brutal. Probablemente bastante más intenso que la Zapatilla famosa.
– En las afueras de Praga, en el distrito 3 acabamos bebiendo birras como cosacos por unos 80 céntimos el medio litro. Y birra de la buena. Allí no había hordas. Sólo checos, gente que conocía el lugar. Somos unos cracks.
– Budapest parece el aeropuerto de Nueva York. Controles excesivos y sensación desagradable la que producen ciertas acciones. Como que paseando se compruebe como la policía local cutre húngara se dedica a pedir pasaportes a los extranjeros que están cenando en las terrazas. Lamentable.
– Por cierto, si van por la ciudad húngara, no cenen en un sitio cuya relaciones públicas es una tipeja que chapurrea el español y que anuncia unos platos de comida que luego nada tienen que ver con la realidad. Hija de perra.- Nosotros somos gente de palabra, por eso dijimos que comeríamos en el primer pueblo que viéramos al pasar la frontera entre Eslovaquia y la República Checa. Hecho. Lednice fue el elegido. Entramos en un sitio extrañísimo. No éramos capaces de comunicarnos con el camarerillo que allí estaba, pero logramos comer un plato decente y pedir cervezas adecuadas. lo mismo acaeció cuando viajábamos de Praga hacia Viena. Comimos en un pueblo perdidísimo en el mapa. Fuimos capaces de comer el típico menú con sopa, plato + cervezas por 2€ cada uno. Increíble.
– El cerdo del Míkel se recorrió medio Budapest para comprarse un puto cortauñas, porque el muy guarro decía no poder convivir unos días más con las uñitas un poquito largas. Execrable.
Alojamiento:
– La casa de mi hermana en Salzburgo fue lo mejor de todo. Pequeñita pero acogedora y limpia. Pudimos vivir como Dios manda y dormir bien a pesar de encontrarse en la calle principal y los ruidos hacer acto de presencia muy pronto. Lo mejor.
– Primer hostal de Viena. Habitación en que dormimos 2 días. 10 personas. Todo bien, para ser tantos, salvo por la presencia de 2 asquerosos, cerdos y repugnantes australianos a cuál más vomitivo. Tras verles, en cuanto llegamos al hostalillo, ingerir pizza como berracos a las 7 de la tarde en vez de estar viendo la ciudad, nos dimos cuenta que habíamos topado con anormales de cuidado. Bingo.
Uno de ellos era para matarlo. Tuvimos la tentación el día que nos íbamos haberle golpeado mientras dormía junto antes de irnos, pero decidimos obviarlo. Estuvimos a punto, que conste. El muy puerco se dejó puesto un reloj y estuvo sonando durante varios minutos de madrugada, ya que el anormal tenía unos cascos en sus residuales oídos y no se daba cuenta de que estaba sonando. Maldito cerdo.
– Albergue de Praga: Quitando las casa de mi ínclita hermana, lo mejor. 5 en una habitación amplia, todo tranquilo y en pleno corazón de Praga. Un verdadero acierto. Los compañeros de cuarto, unos canadienses tranquilos y buena gente. 3 días en los que de verdad sí dormimos.
– Segundo hostal de Viena. El sitio era reguleras, pero pasable. Habitación de 6 con 3 literas. Típico hostal juvenil invadido por una caterva de elementos anglosajones que se hacen con el control del bar que hay en la parte de abajo. El Míkel, iluso de él, se vio ante la posibilidad de conseguir algún beneficio penal (de pene) en aquella jauría maloliente. Un servidor pasó de suicidarse en aquella pocilga y prefirió descansar, después de mantener durante unos minutos una divertida conversación con un yanqui de Illinois que parecía un cowboy. El tío iba dentro del cuarto con el sombrero puesto. Dantesco.
– Budapest. Punto y aparte, señores. Aquello era un lupanar despreciable. El núcleo perfecto para coger todo típico de enfermedades (venéreas incluidas, claro). Una vergonzante casa okupa jipy que debería ser destruida inmediatamente. Debería entrar cualquier miembro del ministerio de sanidad y usar un lanzallamas contra ese lugar (y la gran mayoría de la basura que allí estaba). Dormíamos (es un decir) en un cuartucho de mierda, del tamaño de la casa del chino, 10 personas. Además, para mayor alegría, eran todos unos puercos. El suelo parecía Beirut, el olor irrespirable, la podredumbre aumentaba por momentos. Sitio mugriento y apestoso.
Si uno pretendía ir al cuartillo de baño, accedía a un sitio en que no había ni puerta y veía cómo había 3 compartimentos hediondos, 2 con una ducha y uno con un báter pútrido separados por un finísimo tabique. Es decir, que si uno está cagando, pueden perfectamente los de al lado mojarle mientras se duchan. Nauseabundo.
Aquello era una boñiga de vaca. Suciedad elevada al infinito. 3 noches que parecieron la llegada del fin del mundo. Porquería por doquier, ruidos, falta completa de espacio y me atrevería a decir que casi de oxígeno. Ha sido con mucho el peor sitio en que JAMAS he estado alojado. De vergüenza. Por lo menos al Míkel le hicieron un Striptease y además hizo mucha amistad con una hawaiana. Que lo cuente él…
Y ya, si uno se para a analizar el edificio directamente se pone a llorar. Un vestigio repleto de mierda, telarañas, paredes desconchándose, grietas. Joder, qué asco coño. Si van a Budapest y acaban en este lupanar, un consejo: DUERMAN EN LA CALLE.
Conclusión:
Estoy enormemente contento del viaje realizado. Hemos conocido ciudades fundamentales de 5 países de Centroeuropa que desconocíamos, hemos visitado, aprendido, bebido, reído, comido y disfrutado como estas fechas del año lo exigen.
Salvo malas experiencias puntuales, calificaría la aventura de muy positiva. Si pueden no dejen de ir. Porque, ¿qué hay más interesante que seguir descubriendo mundo?
La gentuza opina