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Archive for 18/11/2007

Me crucé con un ángel

En anteriores conversaciones, hemos disertado sobre el umbral que separa lo terrenal de lo divino. Lo tangible de lo visionario.

Entiendo que da seguridad lo que podemos llegar a controlar, o lo que aunque se escapa de las manos, lo hace en un radio de acción académicamente manejable. Quizás, solemos tener miedo a caer en una especie de vacío, cuando se dan situaciones difícilmente asumibles.

Según muchas religiones, un milagro es una intervención de Dios en el universo. Helen Schucman escribió hace ya unas décadas que «Los milagros ocurren naturalmente como expresiones de amor. El verdadero milagro es el amor que los inspira. En este sentido todo lo que procede del amor es un milagro».

¿Pero esa forma de entender los milagros es realmente la que interiorizamos al decir, por ejemplo: «eso es un milagro»? Creo que no. Más bien, nos referimos al concepto tradicional de milagro…algo así como un cambio espectacular en los fenómenos externos percibidos por los sentidos…

Para explicar lo que ocurrió el sábado tengo que imbricar ambas acepciones milagrosas.

Alguna vez les he hablado de la increíble experiencia que fueron los 5 años de universidad. Más allá de obtener un título de licenciado, gané algo menos tangible…y mucho más visionario: amigos de verdad. Aquellos que uniéndose forman la llamada «Olivina».

Hay algo de celestial en cada reunión que tenemos. Si no, no se explica que el jueves pasado al encontrarnos casualmente a Auro, nos diéramos un abrazo de valor y cuantía fuera de mercado. Hay algo de amor profundo en todo lo que la «Olivina» significa. El tiempo pasa, pero la percepción de que ahí existen lazos amistosos irrompibles permanece por más que el calendario nos machaque.

Nueva mención cuasi bíblica: Los ángeles. Pueden adoptar apariencia humana. Generalmente se les describe como a seres extraordinariamente bellos que poseen varios pares de alas (aunque pictóricamente se les suele representar con forma humana y un único par).

Es curioso, pero el sábado vi un Ángel. Y lo vi en un lugar más propio de la obra maestra de El Bosco. Fue al poco de entrar.

Tenía cabello rubio. Como tal, iba asociado a unos ojos azules preciosos, de mirada profunda y sonrisa inacabable. El celebérrimo ángel clásico. Tal y como lo recordaba.

El romanticismo ignora que los sentimientos no estan el corazon , sino en la memoria.

El shock fue indescriptible. Y no fui el único, cuyo cerebro generó endorfinas por la emoción y la alegría. ¿Verdad amigo isleño?

Allí estaba ella. Definiendo a cada segundo con perfecta maestría lo que siente un miembro de la «Olivina» cuando da con otro. Porque son pocos y dispersos. Aunque juntos, los miembros olivinianos le explican a los incrédulos el alcance de amistad más arraigada.

Sí señores. Al rato se fue. Pero el sábado se me cruzó un Ángel.

Durante la Semana Santa, España se convierte en un hervidero de fe y sobre todo de tradiciones ancestrales. Una de las más peculiares es la llamada “Bajada del Angel” que se celebra durante el domingo de resurrección y que representa la aparición del Arcángel San Gabriel a María para anunciarle la resurrección del Señor. Se celebra en Tudela. Allí está su alma.

Hay días que lo visionario y lo tangible conviven. Puede que dure un segundo, pero es suficiente para creer en los milagros.